47. BIENVENIDO AL INFIERNO

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Minho se encontraba caminando en lo que parecía ser un enorme jardín repleto de flores y mariposas que revoloteaban, en todas direcciones no había más que campos y campos de la misma apariencia, cualquiera pensaría que el sol se encontraba en lo más alto del cielo, con el pequeño detalle que, en el lugar donde Minho se encontraba, no existía un cielo.

"¿Dónde estoy?“

Se había hecho esa pregunta un par de cientos de veces, no tenía idea de donde estaba, mucho menos de cuanto tiempo había pasado.

Al final decidió seguir caminando, minutos, horas y días, no sabía cuánto tiempo había pasado, sus piernas comenzaron a doler, las plantas de sus pies dolían también.

A lo lejos vislumbró un árbol, el único en el lugar, la única sombra disponible también.

Sin mucho razonarlo tomó la determinación de ir en esa dirección, la travesía continuó hasta que se dio cuenta de algo inusual.

A pesar de no saber cuanto tiempo llevaba caminando.

El objetivo no se veía ni un poco más cerca.

Fue así como detuvo su caminar y optó por volver sobre sus pasos, volteó hacia atrás girando sobre sus pies y su ceño se frunció al encontrarse el mismo árbol hacia donde se dirigía.

"Debe ser una mala broma."

Pensó el diestro cazador.

"Tal vez estoy confundido por el calor."

Giro nuevamente sobre sus pies y sus ojos encontraron el mismo árbol una vez más.

"¡Que extraño!“

Decidió tomar otro camino, por cual giró a su derecha, y para su sorpresa el mismo árbol apareció ante sus ojos.

Un extraño sentimiento comenzó a invadirlo cuando en su garganta sintió una repentina e inusual resequedad.

Las mariposas a su alrededor subieron hacia donde se suponía el cielo debería estar y abandonando sus llamativos colores se convirtieron en negras sombras que comenzaron a volar en un torbellino de insectos.

Las flores que cubrían los prados se derritieron formando una horrible y pestilente masa marrón que cubrió el suelo y escurriendo se aproximó a donde él estaba.

"Debo salir de aquí"

Fue su pensamiento inmediato, pero imaginen su sorpresa al percatarse que no podía mover sus piernas.

Desde luego sus ojos buscaron el motivo, estaba descalzo y sus pies se encontraban cubiertos de sangre mientras dos grandes estacas los atravesaban impidiendo que se moviera.

Su impresión fue grande, su respiración comenzó a acelerarse y sus manos bajaron para intentar retirar las estacas que lo mantenían cautivo, ahora imaginen la angustia que lo invadió al descubrir que no poseía dedos en sus manos.

Sus ojos se abrieron desmesurada mente, su respiración se agitó y un sonido extraño llegó a sus oídos.

Sus ojos buscaron en el cielo solo para darse cuenta que aquellos insectos se habían convertida en buitres y que dicho torbellino de aves comenzaba a cerrarse a su alrededor.

Negras plumas comenzaron a llover, sus ojos volvieron a las estacas en sus pies y con los muñones que tenía en lugar de manos trato de liberarse.

El fuerte sonido de las aves se hizo presente amenazando con atravesar sus tímpanos.

Sus muñones llegaron a tapar sus oídos al tiempo que se agachó para cubrirse, sus ojos se encontraron con la pestilente sustancia marrón que se le acercaba por tierra, estaba compuesta de ciempiés gigantes que corrían hacia él en una ola gigante mientras se devoraban entre ellos.

LUNA ESCARLATA (FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora