Capitulo 14

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A las siete y media de la mañana del lunes estoy en pie. Curro está tranquilo. Le doy su medicación y desayuno. Luego me meto en la ducha. Diez minutos después salgo, me visto y me maquillo.

A las ocho y media entro en la oficina. En el ascensor coincido con Miguel y nos felicitamos por haber ganado la Eurocopa. Estamos emocionados. Bromeamos sobre nuestro fin de semana y, como siempre, terminamos a carcajadas. Subimos a la cafetería y allí gritamos con otros compañeros: «¡No hay dos sin tres!».

Finalmente, nos sentamos a una mesa a desayunar con nuestro café. Diez minutos después, la magdalena se me cae de las manos al ver a Justin entrar con mi jefa y dos jefes más.

Está impresionante con su traje oscuro y su camisa clara. Por su gesto serio habla de trabajo pero, cuando llegan a la barra y piden los cafés, me ve. Yo sigo hablando, disfrutando de la compañía de mis compañeros, aunque con el rabillo del ojo veo que ellos se sientan en una mesa alejada de la nuestra. Justin se sienta en la silla que queda frente a mí. Me mira y entonces yo también lo miro. Nuestros ojos se encuentran durante una fracción de segundo y, como era de esperar, mi cuerpo reacciona.

—Vaya. Ya han llegado los jefes —dice Miguel—. Por cierto, me han dicho que el otro día te quedaste con el nuevo jefazo atrapada en el ascensor.

—Sí. Con él y con algunas personas más —respondo con desgana. Pero dispuesta a saber más del jefazo, le pregunto—: Oye, tú que eras el secretario de su padre, ¿de qué murió?

Miguel mira con curiosidad hacia la mesa del fondo.

—La verdad es que era un hombre extraño y poco hablador. Murió de un ataque al corazón. —Y al ver a mi jefa reír, susurra—: Por lo que veo el nuevo jefazo le gusta a nuestra jefa. Sólo hay que ver cómo se ríe y se toca el pelo.

Sin poder evitarlo, miro hacia su mesa y, de nuevo, mis ojos se cruzan con la mirada fría y gélida de Justin.

—¿El señor Bieber tenía más hijos?

—Sí. Pero sólo Iceman vive.

—¡¿Iceman?!

Miguel se ríe y, acercándose, cuchichea:

—Justin Bieber es ¡Iceman! El hombre de hielo. ¿No has visto la cara de mala leche continua que tiene? —Eso me hace reír y Miguel añade—: Por lo que me ha dicho la jefa, es duro de pelar. Peor que su padre.

No me sorprende lo que me comenta. Se dice que la cara es el espejo del alma y la cara de Eric es de tormento continuo. Pero el nombrecito me hace gracia. Aun así, replico:

—¿Por qué dices que él es el único hijo que vive?

—Tenía una hermana, pero murió hace un par de años.

—¿Qué le pasó?

—No sé, _______… El señor Bieber nunca habló de ello. Sólo sé que murió porque un día me dijo que se tenía que marchar a Alemania al entierro de su hija.

Saber eso me apena. Dos muertes en tan poco espacio de tiempo tiene que ser muy doloroso.

—El señor Bieber estaba separado de su mujer —continúa Miguel—. Iceman y él no tenían buena relación; por eso él nunca venía por España.

Saber aquellos datos de él me inquieta. Quiero saber más, así que pregunto:

—¿Y por qué no tenían buena relación?

—No lo sé, preciosa —responde Miguel mientras pone un mechón de pelo tras mi oreja—. El señor Bieber era bastante hermético con su vida privada. Por cierto, ¿cuándo vas a querer tomar una copa conmigo?

ρí∂ємє ℓσ qυє qυιєяαѕ-|нσт|JustinBieber&TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora