Dos días después, Fernando no ha vuelto a aparecer aunque sí me manda mensajes al móvil para preguntarme cómo estoy y para invitarme a comer o cenar. Rechazo sus invitaciones. No quiero verlo. Saber que ha curioseado en mi vida y en la de Justin me pone furiosa. ¿Qué les pasa a los hombres?
Cuando despierto el quinto día, sonrío. Mi habitación sigue como siempre. Papá se encarga de que nada cambie y, cuando escucho sus nudillos tocar en mi puerta y veo su cara, sonrío.
—Buenos días, morenita.
Ese tono dulzón y andaluz que emplea cuando me habla me encanta. Me siento en la cama y lo saludo:
—Buenos días, papá.
Como siempre, papá me lleva el desayuno a la cama y se trae el suyo. Es nuestro momentito del día, en que nos explicamos nuestras cosas. Algo que a los dos nos entusiasma.
—¿Qué vas a hacer hoy?
Doy un trago al riquísimo café antes de contestar:
—He quedado con Rocío. Quiero ir a conocer a su sobrino.
Mi padre asiente y da un mordisco a su tostada.
—Es una preciosidad de niño. Le han puesto Pepe, como a su abuelo Pepelu. Ya verás qué hermoso que es. Por cierto, Fernando ha llamado. Quería hablar contigo y ha dicho que volvería a llamar más tarde.
Eso no me gusta, pero intento no cambiar mi gesto. No quiero que mi padre saque conclusiones erróneas. Sin embargo, él no tiene un pelo de tonto.
—¿Has discutido con Fernando?
—No.
—Entonces, ¿por qué no viene a buscarte a casa como siempre?
Sus ojos me taladran. Sé que espera la verdad.
—Mira, papá. Seamos sinceros, que ya somos mayorcitos: Fernando quiere de mí algo que yo no quiero de él. Y aunque es un excelente amigo, entre nosotros nunca habrá nada más porque yo actualmente pienso en otra persona. Lo entiendes, ¿verdad?.
Mi padre contesta que sí. Da otro mordisco a su tostada y lo traga antes de cambiar de tema.
—¿Sabes cuándo viene tu hermana?
—No me dijo nada, papá.
—Es que la llamo y últimamente siempre tiene prisa. Pero la noto contenta, ¿sabes por qué? —Eso me hace sonreír. Si mi padre supiera…
—Lo dicho, papá, ¡ni idea de lo que va a hacer! Pero seguro que vienen los tres a pasar unos días contigo. Ya sabes que Luz… si no ve a su yayo le da algo.
Mi padre sonríe y suspira.
—¡Ay, mi Luz…! Qué ganitas tengo de ver a ese pequeño trastillo. —Luego me mira y añade—: En cuanto a lo de Fernando, a partir de este momento me doy un puntito en la boca, pero, hija, ¿no seguirás con el muchacho ese con el que te vi la última vez que estuve en Madrid?
Me río a carcajadas.
—Mira, cariño mío —continúa, antes de que yo pueda replicarle—, sé que en la capital todos sois muy modernos. Pero, ¡ojú!, lo poco que me gustó ese tipo cuando vi que llevaba un pendiente en la ceja y otro en la nariz.
—Tranquilo, papá… no es ese quien ocupa mis pensamientos.
—Me alegra saberlo, morenita. Ése tenía cara de saber más que los ratones coloraos.
Aquel comentario me hace soltar una carcajada y mi padre me acompaña con otra. Durante un buen rato demoramos el desayuno hasta que mira el reloj.
—Me tengo que ir al taller.
—Vale, papá, ¡te veo por la tarde!
—Pásate luego por el circuito. Estaré allí.
—¿Por el circuito? ¿Para qué?
Veo la risa en su mirada y, sin desvelarme nada, se levanta de la cama.
—Tú pásate sobre las cinco. Tengo una sorpresita para ti.
Mi padre y sus secretitos. Aunque rápidamente sé a lo que se refiere. Acepto la invitación mientras él se marcha y yo continúo poniéndome morada de tostadas.
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ρí∂ємє ℓσ qυє qυιєяαѕ-|нσт|JustinBieber&Tu
FanfictionUna novela erótica, sensual y tremendamente morbosa... ¿te atreves a entrar en ella?