Quince minutos después, los tres en el Mitsubishi de Justin nos dirigimos hacia el polideportivo de Oberföhring. Cuando llegamos y Justin para el motor del coche, Flyn sale escopetado y desaparece. Yo miro inquieta a Justin, pero éste dice, cogiendo su bolsa de deporte:
—No te preocupes. Flyn conoce el polideportivo muy bien.
Un poco más tranquila, le pregunto mientras caminamos:
—¿Te has dado cuenta de cómo me mira tu sobrino?
—¿Recuerdas cómo me miraba al principio tu sobrina? —responde Justin. Eso me hace sonreír, y él añade—: Flyn es un niño. Sólo tienes que ganártelo como yo me gané a Luz.
—Vale..., tienes razón. Pero no sé por qué me da que tu sobrino es como su tío, ¡un hueso duro de roer!
Justin suelta una carcajada. Se para, me mira y, acercándose a mí, se agacha para estar a mi altura y murmura:
—Si no estuviera castigado, en este mismo instante te besaría. Pondría mi boca sobre la tuya y te devoraría los labios con auténtico deleite. Después te metería en el coche, te arrancaría la ropa y te haría el amor con verdadera devoción. Pero, para mi desgracia, me tienes castigado y sin ninguna probabilidad de hacer nada de lo que deseo.
Mi corazón late desbocado. Tun-tun... Tun-tun...
¡Diosssssssssssss, cómo me ha puesto lo que acaba de decir!, y cuando estoy dispuesta a besarlo, de pronto oigo:
—¡______! ¡Justin!
Miro a mi derecha y veo aparecer a Frida y Andrés con el pequeño Glen. Ni que decir tiene que nos fundimos en unos efusivos abrazos.
—¿Tú también juegas al baloncesto? —pregunto mirando a Andrés.
El divertido médico me guiña el ojo.
—Soy lo mejor que tiene este equipo —cuchichea, y todos sonreímos.
Cuando llegamos a los vestuarios, Frida y Andrés se besan.
¡Qué monos!
Justin me mira con deseo, pero no se acerca a mí.
—Ve con Frida, cielo. Te veo después del partido —indica antes de desaparecer tras la puerta.
¡Dios mío, quiero que me beseeeeeeeeeeeeeeeeeeee! Pero no. No lo hace.
Cuando la puerta se cierra, mi cara de tonta debe de ser tal que Frida pregunta:
—¿No me digas que aún lo tienes castigado?
Como una boba, asiento, y mi amiga suelta una risotada.
—Anda..., vayamos a las gradas a animar a nuestros chicos. Por cierto, me encantan tus botas. ¡Son preciosas y sexies!
Sumida en mis pensamientos, sigo a Frida. Llegamos hasta una puerta y al abrirla ante mí aparece una bonita pista de baloncesto. Ahí está Flyn, sentado en unas gradas amarillas jugando con su PSP. Al vernos llegar se levanta y sin saludarnos va directo hacia Glen. El pequeño le gusta. Nos sentamos, y Flyn le pide a Frida que le deje al niño. Ella lo hace y durante unos minutos observo cómo pone caritas para que el pequeño Glen sonría.
La pista se va llenando de gente y de pronto Flyn le entrega el niño a su madre y se va y se sienta varias gradas más abajo que nosotras.
—¿Qué tal con Flyn? —inquiere Frida, mirándome.
Antes de responder, me encojo de hombros.
—Sinceramente, creo que no le he caído bien. No ha querido jugar conmigo y apenas me habla. ¿Es siempre así, o sólo es conmigo?
ESTÁS LEYENDO
ρí∂ємє ℓσ qυє qυιєяαѕ-|нσт|JustinBieber&Tu
FanfictionUna novela erótica, sensual y tremendamente morbosa... ¿te atreves a entrar en ella?