2Tem. Capitulo 7

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Por la mañana, cuando me levanto, lo primero que hago es llamar a mi padre. Estará intranquilo.

Le comunico que estoy bien y me emociono al oír su voz de felicidad. Está pletórico de alegría por mí y por Justin, y eso me hace sonreír. Me pregunta si me ha gustado la casa que Justin me ha comprado. Me sorprende que mi padre lo sepa, pero me confiesa que ha estado al tanto de todo. Justin se lo pidió y él, encantado, aceptó controlar las obras y guardar el secreto.

Mi padre y Justin se llevan demasiado bien. Esto me gusta, aunque me inquieta al mismo tiempo.

Una vez acabada la llamada, abro la puerta y curioseo a través de ella. No veo nada; sólo oigo música. Me parece que el que canta es Stevie Wonder. Me lavo los dientes, me peino un poco y me pongo unos vaqueros. Al entrar en el amplio salón, ahora unido a la cocina, lo veo sentado en el sofá leyendo un periódico. Justin sonríe al verme. ¡Qué atractivo es! Está guapísimo con la camiseta gris y morada de los Lakers y los pantalones vaqueros.

—Buenos días. ¿Quieres café? —pregunta con buen humor.

Frunzo el ceño y respondo:

—Sí, con leche.

En silencio veo que se levanta, va hasta la encimera de la cocina y llena una taza blanca y roja con café y leche, mientras yo me fijo en sus manos, esas fuertes manos que tanto me gustan cuando me tocan y consiguen que yo me vuelva loca de placer.

—¿Quieres tostadas, embutido, tortilla, plum-cake, galletas?

—Nada.

—¡¿Nada?!

—Estoy a régimen.(Dieta)

Sorprendido, me mira. Desde que nos conocemos nunca le he dicho que estuviera a régimen. Esa tortura no va conmigo.

—Tú no necesitas ningún régimen —afirma mientras deja el café con leche ante mí—. Come.

No contesto. Sólo lo miro, lo miro y lo miro, y bebo café. Una vez que lo acabo, Justin, que no ha levantado su vista de mí, dice:

—¿Has dormido bien?

—Sí —miento. No pienso revelar que no he pegado ojo pensando en él—. ¿Y tú?

Justin curva la comisura de sus labios y murmura:

—Sinceramente, no he podido pegar ojo pensando en ti.

Asiento.

¡Qué rico lo que ha dichooooooo!

Pero esa miradita suya me pone cardíaca. Me provoca. Por eso, para alejarme de la tentación, o soy capaz de arrancarle la camiseta de los Lakers a mordiscos, me levanto de la silla y me acerco a la ventana para mirar al exterior. Llueve. Dos segundos después, lo noto detrás de mí, aunque sin tocarme.

—¿Qué te apetece hacer hoy?

¡Guaaaaaau!, lo que me apetece hacer lo tengo claro: ¡sexo! Pero no, no pienso decirlo, así que me encojo hombros.

—Lo que tú quieras.

—¡Mmm...! ¿Lo que yo quiera? —susurra cerca de mi oreja.

¡Madre, madre, madre! A Iceman le apetece lo mismo que a mí. ¡Sexo!

Escuchar su voz e imaginar lo que está pensando me ponen la carne de gallina. Sin que pueda evitarlo, me vuelvo para mirarlo, y él añade con ojos guasones:

—Si es lo que yo quiera, ya puedes desnudarte, pequeña.

— Justin...

Divertido, sonríe y se aleja de mí tras tentarme como un auténtico demonio.

ρí∂ємє ℓσ qυє qυιєяαѕ-|нσт|JustinBieber&TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora