Me despierto sobresaltada.
Miro el reloj. Las cuatro y treinta y ocho.
Estoy sola en la cama. ¿Dónde está Justin?
Me asusto. No quiero que se haya ido. Me levanto con rapidez. Cuando llego al salón veo que se echa unas gotas en los ojos, se mete algo en la boca y da un trago del vaso de agua. Después se sienta, se pone los cascos de mi iPod para escuchar música y cierra los ojos. Lo observo durante unos minutos y sonrío. ¡Está escuchando música!
Al oírme, abre los ojos y se levanta.
—¿Estás bien?
Mientras me trago las lágrimas de felicidad por ver que aún está allí, me toco el brazo y respondo:
—Sí. Es sólo que, al no verte, creí que te habías marchado.
Justin sonríe.
—Duermo poco. Ya te lo dije.
—Oye… He visto que te tomabas algo, ¿qué era?
—Una aspirina. Me duele la cabeza —responde con una encantadora sonrisa.
Convencida con su respuesta, me dirijo a la cocina. Necesito beber agua.
Cuando abro el frigorífico, veo las trufas y se me antoja comerme alguna. Bebo agua, pongo un par de trufas en un plato y regreso al salón. Justin, que está sentado en el sillón, sonríe al verme.
—Golosa.
Divertida, le devuelvo la sonrisa y me doy cuenta de que su gesto es cansado. Normal, no duerme. Me siento a su lado.
—Me encanta esta canción.
Le quito uno de los cascos, me lo pongo en mi oreja y oigo la voz de Malú.
—A mí también. La letra me recuerda a nosotros.
Él asiente. Yo cojo una de las trufas con la mano y comienzo a mordisquearla.
Sonríe.
¡Dios! ¡Me encanta verlo sonreír!
—¿Puedo probar la trufa?
—Claro.
Y, cuando veo que va a darle un mordisco a la trufa que tengo en mis manos, la acerco a mi boca, la restriego en mis labios y murmuro:
—Ya puedes probar.
Vuelve a sonreír. Se le ilumina la mirada y obedece sin rechistar. Sus labios toman los míos y, con una calma y placidez que me pone a mil, los chupa, los lame y lo finaliza con un dulce beso.
—Exquisito… la trufa también.
Cuando dice eso, suelto el resto de la trufa en el platito que he dejado encima de la mesa y me levanto. Me quito el pijama y, sólo con las bragas puestas, me siento a horcajadas sobre él.
Hasta el momento tenía tres adicciones. La Coca-Cola, las fresas y el chocolate. Pero ahora le sumo una más fuerte y poderosa llamada Justin. Lo deseo… Lo deseo y lo deseo. Da igual la hora, el momento o el lugar… lo deseo.
Sorprendido por aquello, se quita los cascos.
—¿Qué haces, _______?
—¿Tú qué crees?
—Me duele la cabeza, nena…
Como respuesta, lo beso. Un beso caliente, cargado de erotismo y lleno de anhelos.
—______…
—Te deseo.
—_______, ahora no…
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ρí∂ємє ℓσ qυє qυιєяαѕ-|нσт|JustinBieber&Tu
FanfictionUna novela erótica, sensual y tremendamente morbosa... ¿te atreves a entrar en ella?