Prólogo

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Draco podía sentir su corazón latir fuera de su pecho mientras el mar negro entraba al patio destruido. No había visto a su amado por lo que parecía una eternidad cuando en realidad solo habían sido unas pocas horas inquietas y horribles. La última vez que hablaron, la última vez que se besaron regresaron a la memoria de Draco mientras intentaba contener las lágrimas.

Los mortífagos se acercaron, y visibles, a su líder, Lord Voldemort. Había un gigante caminando junto a él con un bulto en sus brazos.

Draco sabía quién era, por supuesto que lo sabía. Podía sentirlo cuando el Señor Oscuro lo golpeaba, en el momento en que la esmeralda ya no estaba más. Él lo sabía, pero no podía creerlo. Todos sus temores inundaron cada fibra de su ser y su corazón ardió hasta el tercer grado.

Y entonces, todo movimiento cesó.

El corazón de Draco se detuvo cuando la figura de serpiente y su ejército estaban dentro de las paredes del patio ya destruido.

Tragó justo antes de que el Señor Oscuro hablara.

Y en ese momento, el corazón de Draco Malfoy estaba tan herido que era como si lo hubieran sacado de su pecho y se lo hubieran destrozado, solo para estar pegado con agujas y volver a colocarlo en su lugar. Reteniendo los gritos de desesperación, desapareció antes de que alguien pudiera oírlo hacer una mueca de dolor en la ruptura de su propio corazón.

¡HARRY POTTER ESTÁ MUERTO!

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