Capítulo 11

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   -Eso hace quince idiotas, lo que nos deja con otros veintitrés tontos que se interponen entre Jon y yo. –Damian exclamó antes de abrirse camino y correr hacia donde se hallaba la carreta-.

-¡Espera, Damian! ¿Qué vas a hacer? –Tim preguntó mientras golpeaba a un tipo con su Bo-.

-Iré por Jon. –Respondió-.

-¡Espera! ¡Puede ser peligroso! No sabemos qué tipo de arma están utilizando. ¡Vuelve aquí, Damian!

Damian no escuchó la orden de su hermano. Sólo tenía en la cabeza el rescatar a Jon. Comenzó a abrirse camino entre más guerreros que querían derrotarlos. Damian ni siquiera les prestaba un poco de su atención. Les lanzaba batarangs a las piernas para que no pudieran seguirlo. Veía venir entre los árboles aquellas esferas que estallaban, bastaba con quitarse de su camino para esquivarlas. Pronto se vio sólo en su recorrido, los guerreros dejaron de ir a su encuentro y también de repente se vio alejado de sus hermanos. Las esferas seguían siendo lanzadas, pero el sólo tenía la convicción en su cabeza de poner a salvo a Jon.

Velozmente, salió del bosque para llegar al sendero donde el resto de la caravana se encontraba. Damian fue capaz de visualizar a ocho personas, incluyendo al sujeto que no portaba armadura. Este anciano mantenía entre sus manos una especie de báculo de madera ya endurecida y ennegrecida. En la punta se hallaba un pedazo de cristal atado con cuerdas metálicas. Esta persona levantó su báculo y de la punta formó una esfera incandescente que le fue lanzada encima. Damian la esquivó sin problema.

-Con que ésa es el arma... -Damian habló para sí-.

El sujeto siguió creando más esferas, pero el actual Robin sólo las evadía. Así que luego de unos segundos, Damian no le tomó importancia y se dedicó a herir fuertemente a los guerreros que mantenían cautivo a Jon. Pues no se quedaron estáticos mientras eran invadidos por un intruso.

-¿Dónde estás Damian? –Tim preguntó a través del comunicador-.

-Estoy ocupado, Drake, no puedo hablar ahora.

Damian consagró toda su atención en derrotar a esas lacras. A algunos los golpeó violentamente en la cara con su pie o su puño, a otros les causaba cortadas con su espada o les lanzaba más batarangs. Todo eso mientras seguía evitando que las esferas lo golpearan. Rápidamente todos sus oponentes fueron cayendo como las bestias ponzoñosas que Damian detestaba. Así, sólo quedó el anciano que seguía proyectando las dichosas esferas. Damian le lanzó un batarang al suelo, entre sus pies, y éste estalló asustándolo. Damian lanzó unas cuantas bombas de humo levantando una cortina que lo ocultó muy bien del anciano. Cuando éste se recuperó de la pequeña explosión, no veía nada. Así que se dedicó a lanzar más esferas hacia el frente.

Damian guardó su espada y llegó donde estaba Jon, lo miró atado e inconsciente. No pudo evitar recordar el sueño.

-Ahora no, estúpida mente. –Damian se dijo a sí mismo-.

Con un batarang, cortó las cuerdas que lo mantenían inmóvil y lo cargó en su espalda. Volvió a lanzar otros batarangs explosivos y comenzó a correr lo más que pudo para alejarse de aquel lugar.

Desde lo lejos, oía más explosiones y veía como se alzaban algunas flamas entre los árboles. No quiso saber nada de eso y siguió corriendo. Continuó con su huida como si no hubiera un mañana. Pensaba en lo herido que estaba Jon y que sólo debía dedicarse a sacarlo de aquel lugar. Corrió lo más rápido que pudo, sin detenerse para mirar a dónde iba o sobre dónde pisaba. Un claro error, pues de un momento a otro, el piso se le acabó. Ambos chicos cayeron bruscamente por una ladera. Damian tardó mucho en reaccionar. Fue demasiado tarde, pues entre tanto golpe, soltó a Jon y ambos caían sin remedio hacia el término de la cuesta. Y antes de dejarse arrastrar de lleno por la gravedad, Damian accionó su gancho y duramente quedó colgado al final del camino. Debajo de él, al menos cuarenta metros los separaban de un rio furioso. En cuanto su gancho pudo asirse, Damian tuvo milésimas de segundo para sostener la mano de Jon antes de que éste cayera al vacío. Gracias a sus reflejos, Damian rescató al menor por segunda vez en el día. O eso pensaba, pues la roca donde el gancho se atoraba, poco a poco comenzaba a salirse de la tierra que la abrigaba. Damian sintió el movimiento en la cuerda.

Por Favor, ¡No! Me Olvides [DamiJon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora