Capítulo 50

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Luego de un corto lapso de caricias en celebración de saber al ojiazul recuperado, paulatinamente, Damian se sintió un poco avergonzado. Tanto y a tal grado que fue apagando sus dulces intenciones. De alguna forma no pudo sostenerle la mirada al menor que le interrogaba el por qué había detenido el festejo de la recuperación, sin embargo, el propio ojiazul se dio cuenta inconscientemente de la razón. Razón que se manifestaba con los recuerdos de esa noche en la azotea, las reacciones de ambos y la posterior conducta y sus consecuencias que los dos protagonizaron cuando Jon recién despertó en aquel mundo.

Muchas cosas habían pasado y no era para menos la vergüenza y el bochorno que ahora los incitaba a resguardarse detrás de las responsabilidades que Tim les había asignado. Por lo que los dos acordaron detener su acercamiento, aunque con una sonrisa forzada en sus rostros, alegando que existían prioridades en ese instante que debían ser resueltas.

Dentro de sus ingenuos e inexpertos temples, los dos advirtieron que ya nada era igual muy a pesar de lo que habían vivido esos últimos días. Separadamente de haber rechazado al menor la primera vez que se confesó, Damian se sentía culpable por su actuar delirante y su impetuosa actitud abusiva consecuentes a todo el asunto del portal y aquel mundo desconocido; después de todo, Damian sólo reaccionó a sus sentimientos y a su miedo por perder al gran amor de su vida. En realidad, nunca pensó que Jon fuese a recuperarse tan rápido. Y ahora que lo reflexionaba con la mente fría, verlo totalmente en buenas condiciones lo hacía sentir vergüenza. Era como si Jon fuera a regañarlo por lo sucedido, como si fuese momento de pagar sus faltas, como había pasado hace unos momentos con aquella bofetada. Aunque también reconocía que se sentía pleno y bastante feliz. Y si bien Damian recordaba penosamente sus actos, así como lo que sintió y sus nuevos sentimientos, no podía olvidar tampoco que al menos su alma se había liberado de un peso que lo estaba asfixiando.

Por su lado, Jonathan cayó en cuenta de todas las cosas dulces y sumamente cursis que dijo, así también del cambio de personalidad tan drástico que tuvo para confesarse nuevamente. Por supuesto, no fue capaz de comparar su pésima actitud cuando hirió el corazón de Damian o cuando atrevidamente besó a Jason. Muy dentro de él, sentía pena ajena por todo lo que su amnésico ser hizo justificándose en su convalecencia. Lo único que pudo hacer fue bajar la mirada y ya no reclamar nada al ojiverde.

Ninguno de los dos se había comportado a la altura de las circunstancias y eso los estaba ahora afrentando. Mejor optaron, por el bien del momento y de su pudorosa inocencia, que dejarían el tema de lado hasta resolver la encomienda del tercer petirrojo.

Con ese certero pensamiento en el medio de su cabeza, no le fue difícil a Damian analizar la situación de los corredores que comenzaron a transitar en busca de alguna fuente de información. No tardaron mucho en capturar a una pareja de soldados que aparentemente conservaban rangos superiores, caso contrario con la búsqueda en sí, pues varios cuartos de hora se escurrieron antes de dar con aquellos hombres que podrían suministrarles el conocimiento necesario para perpetrar su regreso a casa. Sólo hasta entonces, le bastó a Damian con golpearlos hasta dejarlos vulnerables y llevárselos consigo para sacarles lo que necesitaran.

Ambos muchachos salieron de la fortaleza. Se dirigieron a las afueras de la ciudad sin mesurar sus acciones hacia un sitio que les otorgara un refugio donde pudieran esperar la dichosa señal de Timothy, hecho con el que de verdad, el listillo del grupo se estaba tomando el tiempo.

En cuanto tocaron el suelo, Damian ató a los prisioneros y los arrinconó en un árbol. Suspiró entonces dándoles la espalda, dirigiéndose hacia el lugar donde Jon había decidido sentarse y evitar el contacto. Sin embargo, en el instante de cruzar sus miradas, los dos volvieron a convertirse en dos rocas indiferentes, ruborizados y azorados. Ambos jóvenes comprendían muy bien su reaccionar, pero no se atrevían a profundizar en el tema. Mejor se sonrieron desviando la mirada.

Por Favor, ¡No! Me Olvides [DamiJon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora