Mordisqueaba ansiosamente su cuarto lápiz. Su pierna temblaba al ritmo de sus pensamientos desesperantes y su vista permanecía fija en el reloj colgado arriba de la pizarra. El profesor terminaba tranquilamente de resolver aquella ecuación mientras amablemente la explicaba. Jon, en cambio, obstaculizaba su entendimiento con las decenas de ideas en su cabeza. Tantas, que al final de cada sesión de regularización, el muchacho acababa con más dudas que cuestiones resueltas. Sin embargo, su actitud distraída y un poco chapucera no se resumía a una rebeldía juvenil, sino a sus preocupaciones más sensibles, recientes y profundas.
El profesor continuaba en su mundo matemático, sonriendo para que la clase no se tornara más difícil de lo que ya era, pues a esas horas, después del colegio normal, el cansancio y el tedio pasaban lista primero. Y Jonathan debía esforzarse el doble si quería alcanzar a su grupo correspondiente. Todo consecuente a esos siete meses de ausencia que sí habían causado estragos. Si no tomaba esas clases de regularización, estaría un grado más por debajo de lo indicado. Esa idea abrumaba a sus padres, por eso el hijo pródigo debía sujetarse a ese sistema educacional que lo único que hacía era retrasarlo de sus intereses personales, de sus citas y de sus decisiones. Jon no tenía cabeza para clases extracurriculares, no en esos instantes en los que su persona más querida aún permanecía enclaustrado a una camilla, dormido, vulnerable y necesitado de una mano que sujetase la suya. Reflexionar en ello, sólo le hacía hervir la sangre con brasas de ansiedad y aprensión.
Sus clases extras estaban justo por terminar, unos minutos más y podría retirarse como de rutina al hospital donde Damian reposaba desde hacía más de un mes. Darse cuenta que muy pronto lo vería de nuevo, justo como ayer, y el día anterior, y el día anterior a ese, le daba fuerzas para sobrellevar sus sentimientos encontrados y su entristecida actitud. Sin embargo, por mucho que las circunstancias no trajeran una pinta esperanzadora, Jonathan no quitaba el dedo del renglón y se mantenía firme en la ilusión de ver a Damian finalmente despierto. Alentarse con su encuentro, lo inspiraba a no rendirse a la desesperación y a la tristeza, y no ceder ante el temor de saber que Damian posiblemente no despertaría. Pesadilla que le estaba destrozando su corazón de a poco cada día.
Sin embargo, pese a sus apenas esforzados intentos por prestar a tención a las lecciones, Jonathan no lograba aliviar sus preocupaciones. Aquellas clases no eran más que un desperdicio de tiempo y dinero, pues aunque su cuerpo se hallaba frente al profesor encargado, su mente viajaba la mayor parte de las sesiones hacia Damian y su caótico estado. Contrariamente, sólo se alimentaban sus pensamientos tristones y su actitud renuente a abandonar a su amigo, incluso con las órdenes específicas y crueles de su padre por mantenerlo alejado.
Cabalmente, el estado de Damian era su prioridad. No le importaba en lo absoluto ir en contra de las solicitudes rotundas de su padre, las cuales fueron el resultado de todo aquel drama que nació el día que volvieron a la Tierra. Ese preciso, el mismo en el que escuchó a Conner confesar el estado de Damian y acusar a su padre como el único culpable.
Aquellas palabras nada más atravesaron su razonamiento y Jonathan no se resistió al miedo súbito que montó hasta su garganta y le pidió salir corriendo en busca de su más íntimo y amado amigo. Se apresuró a atravesar la ventana de su habitación y volar lo más rápido que pudo hacia dónde los latidos de Damian lo dirigieran.
No le interesó en lo más mínimo el ser descubierto o perseguido; lo que más se priorizaba en su corazón era saber lo que había ocurrido en realidad. Se negaba con todas sus fuerzas en creer lo que Conner había contado. No creía a su padre capaz de algo como eso.
"Damian está bien, Damian está bien, Damian está bien." Se repetía mientras ya visualizaba el techo del hospital general. "Sus latidos están tranquilos. Sé que él está bien. Él está bien, no le pasó nada. Conner lo salvó. Lo salvó. Damian está bien." Continuó pensando apretadamente en tanto se limpiaba sus mejillas escurridas y absorbía por su nariz.
ESTÁS LEYENDO
Por Favor, ¡No! Me Olvides [DamiJon]
FanfictionLuego de ser transportados a un lugar desconocido, Damian, Jon, Jason y Tim se ven involucrados en una serie de peripecias que los dejarán agotados, heridos y un tanto al borde de la histeria. Y no es para menos, pues con un Jon amnésico y Tim que f...