Capítulo 38

376 48 6
                                    

Se internó lo más cerca que pudo, porque no iba a malgastar el tiempo en alejarse y perder el camino de vuelta. Las lágrimas en sus ojos no lo dejaban ver sus pasos con claridad. Era cuestión de segundos el tropezar y no levantarse. Cuando sucedió, ni siquiera se lamentó, Tim se abrazó al césped circundante intentando desahogarse. No gritaba para no develarse como el ser débil que era en esos momentos, mejor concentró todas sus fuerzas en llorar sin ataduras.
Tim giró su cuerpo para mirar el cielo. Su rostro mojado por las lágrimas y la sangre recibía la brisa mañanera. Usó sus mangas para limpiarse. Luego sólo su respiración se hundía en el silencio del bosque.
-Esto es estúpido... -Murmuró levantándose y tallándose la cara-. ¿Por qué a mí? ¿Por qué....? –Se preguntó retomando tragándose sus lloriqueos-.
Recogió sus piernas abrazándose a sí mismo. Aspiraba pausadamente, pues no se daba abasto para exhalar y soltar sus penas.
-Jason... -Llamó suplicante-. No me acuerdo, pero Damian tiene razón... Esos tipos abusaron de mí y yo no pude hacer nada para evitarlo... Hay pruebas y tengo ese maldito mal presentimiento... Perdóname... Perdóname, Jason... Yo no quise culparte, pero sí estaba enojado contigo... Estoy seguro que hiciste hasta lo imposible para salvarme... Yo lo siento tanto... ¡Lo siento! –Confesó sumiéndose aún más en su tristeza-. Jason... -Llamó una última vez antes de suspirar derrotada y dolorosamente-.
Se tomó varios minutos enterrándose en la autocompasión. Respiraba profundamente para no sucumbir a la angustia de los recuerdos que no tenía claramente. Se esforzó de sobremanera, al menos para intentar recordar el momento en que fue rescatado, pero se frustraba cruelmente al descubrir sus pensamientos en blanco. En cambio, le aterraba furiosamente el pensar en lo que realmente sucedió durante las horas de su secuestro. Moría de miedo al intentar rememorar los hechos concretos. Quiso ser fuerte, quiso ser valiente y enfrentarse a la realidad, pero concluyó que no su cobardía lo asediaba incontroladamente.
Dejó que su corazón se tranquilizara, que sus ánimos se enfriaran y que su temple reuniera los pedazos de su alma. Se mantuvo callado, mirando hacia el suelo. Lo hizo hasta que la excesiva calma atrajo su atención. Levantó la cabeza y detuvo su lamento. Permaneció efímeros instantes admirando el follaje, las ramas, el rocío en las plantas.
Instantes después frunció el ceño abandonando su pequeño rincón en el césped. Se puso de pie fijando su mirada en el camino que había recorrido. Enfocó cada uno de sus sentidos dando la impresión de buscar algo. Volvió a secar su rostro. Se sacudió la ropa mientras avanzaba cautelosamente. Luego se detuvo paralizándose.
-Damian... Jason... ¡Jason! -Exclamó antes de echarse a correr en dirección del pequeño campamento-.
-Jon, quédate detrás de mí... -Anunció el ojiverde afianzando su postura protectora-.
-Suena como si hubiera banderas ondeándose con el viento... -Jon comentó estrechando su cercanía con la espalda del mayor-.
-No son banderas... -Damian aclaró alzando la mirada-.
El rostro del menor palideció en cuanto vio, postrado en el medio del cielo azul, un ser carmesí, revoloteando con sus gigantescas alas y cazándolos con sus ojos fijos y aterradores.
-Damian... -Jon llamó asustado-.
-Jon, escúchame...
-Damian, tengo miedo...
-Escúchame... Toma a Jason y ocúltense entre los árboles... Yo lo distraeré....
-No, Damian...
-Jon, haz lo que te digo...
-No... No voy a dejarte solo...
-Jon... -Apeló soltándole la mano, sin despegar la mirada de la criatura-.
-¡Damian, no!
-Jon...
-¡No!
-Jon... -Volvió a llamar ignorando al dragón-.
Fijó su mirada sobre aquella del menor. Tomó su rostro entre ambas manos y sin mucho reflexionar lo besó decididamente-. Debes hacerlo... -Explicó sacudiendo dulcemente su cara-. Yo sé cómo lidiar con él... ¡Ahora vete y encuentra a Tim!
-¡¿Qué demonios están haciendo?! –Timothy gritó en cuanto volvió a la periferia-. ¡Muévanse! –Ordenó señalando al cielo-.
Fue un poco tarde para ambos el atender las señales, pues una de las típicas esferas brillantes se acercaba a gran velocidad. Escasamente se movieron un par de metros antes de que la onda de choque los lanzara más lejos. La explosión fue cerca, pero no lo suficiente para lastimarlos de gravedad.
Jon abrió los ojos encontrándose entre los brazos de Damian. Le agradeció poniéndose de pie y dándole la mano para levantarlo.
-¿Estás bien? –Preguntó Damian inquieto-.
-Sí, sí, sí... ¿y tú?
-Sólo la caída... Pero estoy bien...
-¡Damian, Jon, corran! –Tim gritó del otro lado del claro-.
Pero su imagen fue interrumpida por el violento aterrizaje del dragón, quien rugió tan ensordecedoramente que obligó a los muchachos a cubrir sus oídos.
Bastante aturdido, Tim buscó desesperadamente a Jason. Aún cubriéndose los costados de su cabeza, comenzó a caminar para llegar a su lado. Pero esa tarea iba a ser lo más titánico que jamás enfrentó en su vida, ya que una segunda bestia se plantó en tierra. Su piel negra y sus ojos amarillos se encarnaron en el campamento como un espectro sediento de violencia. Su enorme tamaño no le permitía maniobrar bien, mucho menos sus inconmensurables alas, que con un aleteo, sacaron fuera del camino al tercer petirrojo. El muchacho se estrelló contra los troncos y las ramas.
-¡Tim! –Damian y Jon gritaron alarmados mientras atestiguaban a las garrafales criaturas-. ¡Jason! –Llamó el ojiverde al verlo desprotegido, a completa merced de los intrusos-.
Robin se determinó a ir a su encuentro, pero fue detenido por el brazo de Jon, quien en cuanto lo tuvo entre sus dedos, lo jaló desesperado, lanzándolo lo más fuerte que pudo, evitando que una de las esferas lo golpeara directamente. No obstante, fue el cuerpo del kriptoniano el que recibió el peligroso embiste, proyectándolo todavía más lejos que Tim.
-¡¡¡JOOOON!!! –Damian gritó en cuanto se puso de pie-.
Aterrado, lo buscó exasperadamente con la mirada, al no hallarlo, corrió en la dirección que había anunciado la explosión, pero la tierra bajo sus pies de pronto se alejó estrepitosamente y un terrible dolor en sus costillas y cintura lo aquejó al tiempo de sentir un aliento abochornante a su espalda. El dragón lo había capturado entre sus garras. El muchacho, consternado y asustado, se retorció para hacerse soltar, pero entre más se movía, más era estrujado por aquellos músculos carmesí. El agarre comenzó a asfixiarlo, ni siquiera sus gritos pudieron ser completados debido a la sofocación.
-Jo-jon... -Murmuró debilitándose-.
Con lo último de sus fuerzas, extendió la mano buscando algo en su cinturón, pero su mala suerte y el grosor de esas garras, le impidieron acceder a cualquiera de sus bolsillos.
-Alguien... por-por favor... ayúdeme... -Habló justo antes de desmayarse-.
El otro ser, aquel cuya piel era la obscuridad personificada, se integró a la tarea adueñándose del cuerpo inerte del renegado. Lo sujetó por la cintura, valiéndose de su tamaño para cargarlo.
-Jason... -Tim musitó recuperándose del golpe-.
Y quien en ningún momento apartó su vista del ojiturquesa, se levantó respirando con dificultad. Observó el escenario, analizó las probabilidades, comenzó a estresarse, pero las respuestas llegaron milagrosamente al mirar la prioridad que llevaban esos seres para capturarlos y no asesinarlos. Encuadró entre sus orbes azules a Jason. Se afligió por todo lo que le estaba sucediendo, se mordió los labios para soportar la imagen indefensa que proyectaba el segundo petirrojo. Apretó sus puños agachando su cabeza.
-Espérame, Jason... Iré por ti, te lo juro... -Confesó entre dientes antes de escabullirse y perderse entre los arbustos-.
Ambos dragones, poseyendo a dos de sus objetivos, viraron para buscar a los otros dos. No obstante, en el caso de Jon, no fue necesaria la insistencia.
El muchacho volvió por propios medios, jadeante, sangrando y bastante irreflexivo.
-¡Damian! ¡Damian! ¡DAMIAAAAN! –Gritó al verlo atrapado-. ¡Suéltalo! ¡Suéltalo! ¡Suéltalo, suéltalo, suéltalo, suéltalo!
Avanzó decidido e imprudente para liberarlo. El dragón rugió abriendo su hocico, formando una nueva esfera en el interior. El menor no lo pensó dos veces, corrió lo más rápido que pudo al encuentro de su amado. Estiró el brazo en un pequeño intento por alcanzar el de él, pero lo único que logró atenazar fue el cinturón antes de recibir de lleno aquella esfera brillante. La explosión, que nació a pocos metros de ambas criaturas, las hizo retroceder, abandonando un cráter con el ojiazul tendido en el centro. El dragón volvió a rugir, provocando dolor en los oídos de Superboy.
-Devuél...vemelo... -Murmuró apretando con el puño el cinturón que había arrancado inercialmente del cuerpo de Damian-. ¡Suéltalo! –Gritó ahogadamente-.
Y en esta ocasión, fue el segundo dragón quien lo embistió con otra esfera, arrojándolo nuevamente dentro de la maleza. Al mirar que no había otra reacción, las criaturas se enfocaron reiteradamente en buscar a los restantes, sin embargo, su pequeña presa regresó aterrizando, moliendo la tierra bajo sus pies, destruyendo el campamento con su onda de choque luego de saltar de entre las copas de los árboles y anunciarse furioso.
-¡¡¡SUÉLTALOOOOO!!! –Ordenó fuera de sí-. ¡DIJE QUE LO SOLTARAS! –Reclamó llorando incontrolablemente-.
Como única respuesta obtuvo más rugidos y la posterior esfera amenazante. Caminaba adornando el camino con gotas gruesas de sangre, pero eso no lo detuvo ante la amenaza. Estaba dispuesto a recibir ese ataque, aun contra el dolor que ya sentía y el desfallecimiento que comenzaba a vencerlo. No llevaba nada en su cabeza más que aquella idea de rescatar a Damian, de tenerlo nuevamente entre sus brazos, de verlo sonreír, de escuchar de sus labios una y otra vez que lo amaba. Lo necesitaba, lo deseaba profesamente junto a él.
-Damian... -Susurró apretando sus dientes-.
La esfera fue arrojada y estuvo a punto de impactarlo si no fuera por Tim, quien lo embistió con su propio cuerpo evitando que el ataque les diera a ambos. La explosión, en cambio, los lastimó un poco con su fuerza y el escombro lanzado.
-Jon... -Timothy llamó alarmado-.
Veía sangre por todas partes y en un principio, el muchacho no respondía.
-Jon... -Repitió-. Abre los ojos, no es momento para dormir... Jon...
-Dami... -El menor murmuró levantando sus pestañas y poniéndose de pie-.
Sin embargo, algo en su balanceo y sus torpes pasos le indicaron a Timothy que el chico ya no estaba en sus cinco sentidos.
-Jon... -Le habló siguiéndole el ritmo y tomando su brazo para detenerlo-.
Pero al colocársele enfrente y observar su rostro perdido, incluso entre la cortina de humo espesa y pesada, vislumbró diminutas luces escarlata donde deberían estar sus ojos.
-Jon, espera... -Mandó al comprender sus involuntarias intenciones-. ¡Jon, no! ¡Puedes herirlos! ¡No lo hagas, Jon! –Le indicó con una orden tardía, pues el menor desembocó uno de sus ataques más poderosos-.
Tim se tiró al suelo evitando los ases carmesí desenfrenados y sin control aparente. Entre la polvareda escuchó los movimientos torpes de los dragones y sus gruñidos aterradores.
-¡Jon, basta! ¡Vas a lastimarlos! ¡Detente! –El petirrojo le pidió precavido, levantándose y rodeando al muchacho entre sus brazos-. Jon... escúchame, contrólate... Puedes herir a Damian y Jason no soportaría uno de tus ataques... Por favor...
-Dami... -El menor musitó-. ¿Damian? –Repitió cerrando sus ojos. Tambaleándose y perdiendo el sostén de sus piernas-.
-Sí, así es... Damian...
-Da... mian... -Su vocecita se apagó al igual que sus fuerzas, cayó inconsciente siendo auxiliado y escudado por Timothy-.
-Jon... Jon... -Le llamó en un intento por hacerlo despertar-. Jon... responde... -Le dijo mirando el pésimo estado en el que se encontraba-. Jon... Te estoy hablan...
Pero las vibraciones en el suelo y aquel aliento ardiente depositado a los alrededores lo interrumpieron en cualquiera de sus palabras. Las alas majestuosas sobre sus espaldas se encargaron de la cortina alrededor. La escena se despejó mostrando a los contendientes. Dos imponentes dragones, con heridas claramente visibles, cada uno reteniendo a dos de sus compañeros, rugiendo, exhalando ira e intimidación, por el otro lado, dos jóvenes lesionados, vulnerables, sin más que perder que terminar en las mismas condiciones que aquellos que fueron atrapados primero.
Tim respiraba sutilmente. No se mostraba agitado, ni preocupado, aun si en su interior estaba a punto de reventar por el miedo que de un segundo a otro lo traicionaría.
-Por favor que funcione... -El petirrojo murmuró dudoso-. No quiero perderte, Jason... -Dijo entre plegarias y cerrando los ojos-.
Apunto estuvieron ambas creaturas de arrinconarlos, cuando Tim arrojó un pequeño cubo entre sus patas. El diminuto artefacto se desplegó encendiéndose en una tenue luz púrpura y emitiendo una onda sonora desquiciante. Una que Tim escasamente escuchaba, pero que afortunada y agradecidamente volvió locos a los dos monstruos.
Las dos criaturas retrocedieron rugiendo, liberando espuma por el hocico y levantando el vuelo luego de no soportar aquella frecuencia infra sónica. El viento y el caos que sus alas dejaron en el lugar no fueron nada comparados con la fuerza de su despegue. Así como llegaron, se desvanecieron perdiéndose en el firmamento.
Tim soltó cuidadosamente a Jon y se levantó queriendo alcanzar el lugar que los dragones habían abandonado. Alzó la mirada que para esos momentos se hallaba inundada en decenas de lágrimas.
-¡JASOOOOOOOOOOON! –Gritó hasta desgañotarse, cayendo de rodillas, luego cubriendo su rostro y dejándose arrastrar al suelo para golpearlo después-.
El cielo matutino se ennegreció sorpresivamente. Una nube los cubrió regalándoles una obscuridad acogedora. Una que se acompañaba de cientos de ruiditos y chillidos armoniosos, como si papel crujiera bajo sus pies, como si se oyeran chasquear los maderos incendiándose, como si la cortina poseyera vida.
Tim yacía todavía desquitándose con la tierra mientras llamaba dolorosamente al renegado. Su plan había funcionado, esos seres habían huido, sí, pero se los habían llevado, y él sabía que ese era el costo, el riesgo, y no importaba cuánto lo racionalizara, separarse de Jason le estaba doliendo en lo más profundo de su ser.
Ni siquiera la nube viviente, aquella formada, nacida de los miles de aleteos perpetuos por centenas de murciélagos pudieron ocultar la impotencia, la rabia y la tristeza que Timothy expresaba desgarradoramente.

Continúa capítulo 39...

Por Favor, ¡No! Me Olvides [DamiJon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora