Capítulo 18

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-¡Está gigantesco! –Tim explicó al mirar el enorme río que se alzaba frente a ellos-.

-Si lo seguimos puede que nos lleve a un pueblito, o algo... -Jason señaló-.

Tim se dejó caer sobre el césped.

-¿Qué te pasa, Tim? ¿Estás bien?

-No quiero caminar más, no por ahora. Tomemos un respiro, Jay.

Jason sonrió aliviado de saber que no era nada grave.

-Sí, tienes razón.

Jason hizo un pequeño esfuerzo para acarrear leña mientras Tim prendía una fogata. Los dos armaron un pequeño campamento al lado de unos árboles fornidos. Tim se despojó de su capa, de su cinturón, así como sus guantes y botas. Jason sólo retiró su ropa superior.

-Yo te curaré primero, Jay. Luego tú a mí, ¿está bien?

Jason asintió nervioso.

Tim limpió la herida de Jason mojando más trozos de su capa. No tardó mucho en curarlo usando algunas cosas que llevaba en su cinturón. Usó vendajes también hechos con su capa. Y aunque parecía una tarea sencilla para ambos, el estar tan cerca les resultaba sumamente vergonzoso. Una sensación en sus estómagos revoloteaba y los hacía mantener el rubor en sus mejillas.

Una vez curado, fue el turno de Tim. Así que Jason le pidió que se quitara la armadura. El chico asintió y poco a poco descubrió su piel. Jason colocó un trapo mojado en la herida, limpiándola y refrescando el dolor. Tim se quejó un poco.

-Lo siento.

-Estoy bien... Sólo hazlo. –Tim señaló sonriente-.

Jason se sonrojó. Luego se regañó a sí mismo para tratar de concentrarse. Tampoco tardó mucho en dejar a su compañero listo.

-¡Ya está! Espero haber hecho un buen trabajo. –Jason expresó sonriente.

-Estaremos bien. Pero en cuanto podamos, necesitamos ir con un doctor.

-Hemos pasado por peores.

-Lo sé, pero aun así, esto no deja de ser molesto. Y de entre tú y yo, tú eres el que tiene la herida más grave. ¡Te atravesó una flecha!

Jason rio.

-Ya te dije que no es nada. Sí duele, pero lo pongo en perspectiva.

-Bueno... Tienes razón, creo que nada le gana a la muerte... -Tim dijo un poco burlón-.

-Lo sabré yo...

Hubo un pequeño silencio antes de ver a ambos estallar de risa.

-¡No te rías! ¡No es gracioso! –Jason refutó riendo-.

-¡Claro que sí! ¡Lo es porque es cierto!

Los dos continuaron riendo. Jason se recostó sobre el césped abriéndose como estrella. Suspiraba para calmar su hilaridad.

Tim no dejaba de reír.

-Sabes, Jay...

-¿Qué cosa, Babybird?

-Estaba pensando y... creo que me hubiera gustado enamorarme de ti y ser la madre de nuestros hijos... -Declaró de forma desinhibida, todavía con rastros de una sonrisa en su rostro-.

Jason se atragantó con su saliva al escuchar las palabras del menor. Se sentó para mirar a Tim. Su garganta se trabó y no fue capaz de emitir sonido alguno. Se ruborizó hasta la muerte. Tim desvió la mirada y ambas sonrisas se desvanecieron por completo.

-Te dije que te había oído... -Tim declaró-.

Jason se avergonzó demasiado, por eso evitó mirar de frente la mirada acero del menor.

-Creo que tú me gustas también... Jason... -Tim confesó por demás sonrojado-.

Jason se pasmó al escuchar esas palabras. Se paralizó completamente.

-Bueno... Eso creo... -Tim completó-. Y sólo si tú quieres, Jason...

El silencio los invadió de nuevo. Tim decidió bajar su mirada y no atreverse a levantarla otra vez; no hasta escuchar alguna respuesta de Jason. Pero ésta no hacía su aparición.

Tim esperaba, pero la calma del bosque se tragaba sus acelerados latidos impacientes por tener una reacción del mayor. Los segundos silentes seguían escurriéndose entre ellos.

Tim se entristeció, pues creyó que había cometido un error. Quizá había malinterpretado algo. Cerró sus ojos para idear cómo salir de esa situación tan bochornosa. Los abrió y comenzó a reírse nerviosamente, casi desesperado para impedir que las lágrimas empezaran a salir, pero la sensación le ganó.

-Lo sien... -Tim quiso hablar, pero Jason lo interrumpió-.

-Por supuesto que también quiero. –Jason afirmó al momento de besar a Tim-.

Tim se asombró por la respuesta del mayor, y aunque comenzó un poco a llorar, aquel beso lo invitó a cerrar los ojos nuevamente y disfrutar del momento.

Jason atrapó a Tim entre sus brazos. El menor le correspondió llevando los suyos alrededor de su cuello. Jason insistía con su amable caricia, tanto que empujó suavemente a Tim hasta terminar recostados. No se detenían más que para jalar aire y no escatimaron en su mimo.

El pecho desnudo de Jason tocaba sugerentemente al de Tim. No hicieron falta palabras para decir lo que el tercer petirrojo deseó desde el momento de recibir aquel beso en la montaña. Pues al sentir atrapaba su cadera con las piernas del menor, Jason intensificó sus caricias, llevando a ambos a fundirse como los amantes que anhelaban ser.

De un momento a otro, ambos se despojaron de toda prenda estorbosa, permitiendo a la mañana cuidar sus pieles desnudas y su unión apasionada.

-¿Entonces ustedes dos tuvieron sexo? –Damian preguntó descaradamente-.

-¿Qué? ¡No! ¿En qué momento dije que Tim y yo habíamos tenido sexo? –Jason reclamó exaltado mientras terminaba de curar el hombro de Jon-.

-No necesitas decírmelo. Ustedes dos se estaban comportando como conejos en celo. –Damian añadió desafiante y groseramente-.

-Lo que yo dije fue que terminé de atender sus heridas.

-¿Y crees que voy a creer que solamente estaban ahí, solos, semidesnudos y con toda esa tensión sexual transpirando por sus poros? –Damian inquirió molesto-.

Jon se sonrojó por semejante conversación entre aquellos dos. Se cubría la cara esperando no delatar su cara avergonzada.

-¿Cuál tensión sexual? ¡Damian, esos no son temas que tú y yo debamos discutir! ¡Y no pasó nada! –Jason expresó más que enojado y afrentado-.

-Hace años que dejé de ser un niño. Esos temas nunca me han asustado. ¡Así que no lo niegues! –Damian declaró-.

-¡¿De todos modos, qué tiene eso que ver?! –Jason aclaró-. ¡Te estaba contando lo que nos pasó luego de que nos abandonaras!

Damian frunció el entrecejo.

-Cierto... -Damian señaló-. ¿Y luego? ¿Qué pasó después de que tuvieran sexo?

Jason se golpeó la cara desesperado. Se levantó, se acercó a Damian y lo golpeó en la cabeza. Jon restó sentado mientras aquellos dos terminaban de hablar. Y aunque se sentía incómodo escuchándolos, era evidente que debía poner atención, pues cualquier cosa que le ayudara a recordar quién era, le sería sumamente útil.

Así entonces, no hubo más opción queatrincherarse junto a un pequeño risco, al calor de una fogata, con los árbolesrodeándolos y el frío de la noche arrullándolos.    

Por Favor, ¡No! Me Olvides [DamiJon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora