Capítulo 12.|Huerto de flores y beso inesperado.

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Hoy hace una semana desde el incidente con Justin. Desde que me echó de su departamento sin razón alguna, desde que se enojó y yo todavía sigo con la duda de que fue lo que pasó. No lo he vuelto a ver en la universidad tampoco, y no he sabido nada de él. Aún me estoy preguntando por qué actuó de esa manera, realmente me asustó verlo tan pálido y tan enojado, no sé que dije para hacerlo sentir así, realmente estoy en el limbo.

Caminaba con las flores en mis manos por el cementerio. Sólo habían algunas personas visitando a sus seres queridos que se han marchado para siempre. Cuando llegué a la tumba de Jaxon, me incliné en el pasto y coloqué las flores al lado de su lápida. Leer su nombre en una lápida no es fácil. Nada es fácil. No es fácil perder al amor de tu vida, no es fácil darte cuenta que jamás lo volverás a ver, tampoco es fácil seguir adelante con la vida sin él.

—¿Sabes?—suspiré.—Estoy muy enojada contigo Jaxon, no tenías permiso de dejarme, de irte y dejarme con este vacío tan grande.—Unas pequeñas lágrimas bajaron.—¿Por qué tú? ¿Por qué te fuiste? Aún no lo puedo superar, aún no sé como continuar. Mañana es año nuevo Jaxon, tu madre me llamó para decirme que harán una pequeña cena, pero yo no sé si quiera asistir, no tengo deseos de celebrar nada, no tengo ganas.—Absorbí la nariz para contener las lágrimas.—Tu madre ha estado muy mal, todos lo hemos estado, la cena fue idea de tu padre, que desea con todas sus fuerzas que Paty pueda sentirse bien aunque sea unas horas.—Miré la hora en mi celular y me limpié las lágrimas, me puse de pie, tenía que irme.—Tengo que irme, tengo que ir a trabajar Jaxon, pero prometo volver pronto a traerte tus flores favoritas.—Observé su tumba unos segundos más.

Salí del cementerio lo más pronto posible. Llegué a la biblioteca minutos antes de mi turno. Este fue el primer trabajo que encontré cuando llegué a Nueva York y me ha gustado tanto que me he quedado aquí hasta el día de hoy.

—Hola, Paul.—Saludé a mi compañero de trabajo al entrar por la puerta.

—Hola Debby, que bueno verte, ya hacías falta aquí.—Se acercó y me abrazó fuertemente.

Paul Smith es mi compañero de trabajo desde siempre, y un gran amigo. Jaxon se obsesionó con la idea de que yo le estaba siendo infiel con Paul, cosa que es totalmente mentira, y Paul se siente un poco culpable por su muerte, me lo ha dicho miles de veces, pero yo le digo que nadie tuvo la culpa de la muerte de Jaxon, sólo las malas decisiones que él mismo tomó. Me senté en el mostrador al lado de Paul quién escribía algo en la pantalla de la computadora.

—¿Cómo han sido estos días sin mí, Smith?—Dije divertida.

—Fatal Debby, la biblioteca no había estado más llena en toda mi vida.—Bufó y reí al ver su cara de susto.—Parece que toda la universidad se propuso en buscar libros y no dejaban de entrar y salir las personas.

—Algunos están casi en vacaciones y están terminando sus pruebas, los maestros los vuelven locos pidiéndole que lean libros y busquen información en ellos, y más para los estudiantes que harán su tésis.

—No vuelvas a irte tanto tiempo Debby, mira que me encontrarás envuelto en una montaña de libros todo vuelto un lío.—Reí y negué con la cabeza.

—Lo prometo, no lo volveré a hacer.—Él sonrió y se fue a atender a una chica que buscaba un libro de no sé qué.

Las horas pasaron rápidas y ya estaba despidiéndome de Paul y saliendo de la biblioteca. Son las tres de la tarde y hoy sólo tenía una clase en la universidad a las cinco. Bajé las enormes escaleras en las afueras de la biblioteca y antes de bajar el último escalón el rugido de una motocicleta se escuchó, aceleró y se estacionó frente a mí.

Era Justin. Se quitó el casco protector y su mirada chocó con la mía. No lo había visto desde el día que me echó de su departamento y verlo ahora me sorprende.

Ámame Sin Medidas #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora