Capítulo 31.«Celos y desconfianza».

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Me muevo algo inquieta en mi lado de la cama abriendo los ojos visualizando toda la oscuridad de la habitación. Algunos rayos del sol entran entre las cortinas que cubren las ventanas, estrujé mis ojos y observé a mi lado. Sonreí como una tonta enamorada. Justin estaba durmiento tan tranquilamente que parecía un ángel. Sus ojos cerrados y sus largas pestañas bañaban sus ojos, su respiración era calmada y lenta, y sus brazos me sostenían tan fuerte hacia él que me costaba respirar un poco.

La noche anterior había sido perfecta y me encantaría quedarme todo el día aquí con él, pero para nuestra mala suerte, tenemos clases, y no me puedo dar el lujo de faltar hoy. Miré la hora en el reloj de mi mesita de noche y ya marcaba las seis de la mañana.

—Justin.—Susurré moviéndolo un poco para que despierte.

—Mmmm.—Se movió solo un poco sin abrir los ojos.

—Despierta, se nos hace tarde para la universidad.—Dije con suavidad mientras pasaba mis manos por su pecho el cual estaba caliente.

Sus ojos se abrieron lentamente y una mágica sonrisa cubrió su rostro. Se arrastró un poco más hacia mí y me apretó con sus fuertes brazos. Besó mis labios dulcemente y acarició su nariz suavemente con la mía.

—No quiero levantarme, quiero quedarme aquí contigo todo el día.—Susurró acariciando mi espalda de arriba a abajo.

—Yo también quiero eso, pero no puedo faltar a clases otra vez.

Asintió con pesar y se subió encima de mi cuerpo con una risita contagiosa en su cara.

—¿Qué?—Pregunté con una sonrisa plasmada en mi cara mientras lo veía con sus ojos miel profundos mirándome atentamente.

—Anoche fue perfecto, no cambiaría nada.

Sus palabras me hicieron muy feliz y me besó con demasiada ternura. Nos separamos y lo quité de encima para ponerme de pie, si seguimos en estas no iríamos a ningún lado.

—Hey. ¿A dónde vas?—Se quejó tirándose en la cama.

Me planté frente a la cama sosteniendo la sábana contra mi cuerpo mientras lo miraba con cara de no muy buenos amigos.

—Me voy a bañar, tenemos que ir a la universidad, así que déjate de vagancia y levántate Justin.

—¿Puedo bañarme contigo?—Propuso con chulería. Volteé para mirarlo a los ojos y estos brillaban divertidamente.

Sonreí de ver al hombre tan guapo y adorable que tengo tirado en mi cama y negué con la cabeza varias veces.

—No, no puedes.—Giré y me metí en el baño antes de que me alcanzara.

Lo escuché quejarse detrás de la puerta. Que hombre que está vago el día de hoy.

—¿Por qué no podemos bañarnos juntos?—Reclamó enojado.

Reí desde el baño por sus quejas tan infantiles.

—Porque sé muy bien lo que pasará y nos retrasará demasiado, y si no te levantas en los próximos diez segundos, atente a las consecuencias.—Lo amenacé burlándome de él y su vagancia.

—¿Y cuales son las consecuencias?—Preguntó desde la habitación.

—No te besaré en todo el día.

Lo escuché tirarse de la cama como un rayo mientras corría las escaleras al baño de abajo.

—¡Ya estoy bajando!

Reí a carcajadas mientras me lavaba el pelo, Justin McBroom es un caso tremendo. Cuando salí de la ducha aún no había señales de Justin. Me puse mis bragas y luego mi ropa, abrigándome un poco porque la temperatura estaba un poco fría. Sequé mi pelo con el secador y tomé mis cuadernos y libros necesarios. Bajé las escaleras hacia la cocina para preparar algo de comer. Escuché la ducha del baño, mi hombre aún no ha salido. Comencé a hacer el desayuno. Unos huevos revueltos con tocino, pan integral con mermelada de uva y jugo de naranja recién exprimido. Minutos después Justin entró por la puerta de la cocina.

Ámame Sin Medidas #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora