Capítulo 25. «Verdades dichas».

9.7K 612 13
                                    

Un ruido conocido y molestoso se escuchaba, era mi celular. Me separé de mi almohada con cara de cansada, encendí la lámpara de mi mesita de noche y vi mi nuevo celular sonando a su lado. Lo tomé y en la pantalla aparecía el nombre de Justin con la melodía de Thousand years de Christina Perri, reí levemente, había colocado él su propio número y la canción en su contacto.

—Hola.—Sonreí de manera instantanéa, efectos que sólo él me causa.

Lo escuché suspirar con alivio y fruncí el ceño.

—Por fín contestas, Debs pensé que te había pasado algo.—Dijo con una preocupación notable en su voz.

Reí despacio y me acomodé en mi cama abrazando la almohada.

—¿Qué me va a pasar?

—No lo sé, Debs. Tengo media hora frente a la puerta de tu departamento y no abres, me preocupé bastante.

¿Media hora? ¿Qué hora es? Me levanté rápidamente de la cama y corrí las cortinas, el sol estaba afuera, debe ser tarde y tengo clases.

—¿Qué hora es?—Pregunté mientras bajaba las escaleras como una loca.

—Son las ocho de la mañana, y si no recuerdo bien, tienes clases a las ocho y media, se te hace tarde.

Ahogué un grito desesperado, tengo que entregar muchas cosas hoy, no puedo darme el lujo de faltar.
Abrí la puerta del departamento y lo encontré acorado en la pared con el celular en el oído, cuando me vio se acercó a mí aún con el celular encendido y con la llamada abierta y con su sonrisa de guapo encantador.

—Que bella te ves recién levantada.—Me susurró  y negué con la cabeza con una risita contagiosa.

Cerré la llamada y lo hice pasar dentro.

—Voy a darme una ducha rápidamente, por favor espérame.—Dije corriendo escaleras arriba a toda prisa.

Escuché su risa en la planta baja.

—No tienes elección, no me voy de aquí sin ti.

Abrí el grifo del agua y esperé a que se calentara un poco para luego meterme como un avión, no puedo llegar tarde, porque si lo hago, no tendré oportunidad de entregar los trabajos. Salí envuelta en una toalla y crucé la habitación volando. Me puse mis bragas y me vestí con un pantalón jean y una blusa manga larga por el frío, y mis botas negras. Me planté frente al espejo y me puse un poco de base para ocultar un poco esas enormes ojeras que cuelgan de mis ojos, un poco de lips y me pellizqué las mejillas para darle un poco de color. Peiné mi pelo con una cola alta para atrás, hoy no quería pedazos de cabello sobre mi cara. Tomé mi bolso con todos mis apuntes y trabajos y bajé los escalones como un rayo.

El olor a fresas inundó mis fosas nasales y caminé hacia la cocina donde Justin estaba. Un batido de fresa con unas tostadas estaba servido en la barra del desayuno, una sonrisa iluminó mi rostro, es demasiado atento y dulce.

—No te hubieras molestado.—Le dije sinceramente agradecida y conmovida por tan lindo detalle y tan hermosa vista de verlo en mi cocina preparándome el desayuno.

—Si se trata de ti nunca será una molestia.—Sonrió.—Además, no puedes ir sin desayunar a clases, te puede dar un desmayo si no comes.

Le lancé un beso al aire y él sonrió. Se acercó a mí lo bastante para poder sentir su respiración mezclarse con la mía.

—¿Podrías dejar de lanzarme besos y besarme ya?

Me acerqué a sus labios uniéndolos con los míos en un beso corto.

Ámame Sin Medidas #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora