Capítulo 32. «Dylan nuestro intermediario».

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Hoy es domingo y desde la discusión que tuve con Justin, no lo he vuelto a ver más, se ha tomado mi petición enserio, y aunque me ha decepcionado un poco, es lo mejor que no me busque hasta que aclare su bella cabecita. Acabo de hablar con mi papá y me ha dado la gran noticia de que vendrá por unos días a Nueva York para visitarme, lo que no entendí fue que me dijo que hablaría con mi madre de algo importante, después de que se enteró de que estaba en la ciudad.

Mi madre y yo quedamos en ir a almorzar hoy y acepté, quiero que nuestra relación sea más llevadera, aunque todavía no puedo perdonarla, pero es mi madre y me gustaría compartir con ella algunos momentos, aunque a veces no lo de a demostrar, la extraño y la quiero, pero ella no necesita saber eso.
Estoy ordenando un poco el departamento porque está hecho un desastre. Miré la hora en mi celular y observé que no tengo ni una llamada, ni un mensaje, absolutamente nada de Justin. No lo voy a negar, estoy triste, pensé que al menos lucharía por reconciliarnos pero ya veo que no es así, pero eso me pasa por decirle que se fuera, ser mujer es tan complicado, ni nosotras nos entendemos.

Escuché el claxón del auto de mi madre. Corrí por mi bolso y salí del departamento. Mi madre se encontraba en la parte de atrás del auto que venía conduciendo su chofer desde que se casó con Bryan. Gregory salió del auto y me abrió la puerta como todo un caballero, lo saludé y el me devolvió el saludo con un movimiento de cabeza. Entré al auto y mi madre estaba con una enorme sonrisa en su rostro. La saludé con un beso en la mejilla y le mostré una leve sonrisa.

—¿Cómo estás princesa?

—Bien.—Le respondí así de simple.

—Me alegro. Vamos a almorzar en Pershing Square, ¿Te parece?

—Sí, por mí está bien.

El auto se adentró a la ciudad y a sus ruidos mañaneros. No podía dejar de pensar en Justin, es tan extraño que no se haya comunicado conmigo en ningún momento. ¿Y si le pasó algo? No, no lo creo, ya me hubiera enterado. Suspiré con pesar y le sonreí a mi madre que me apretó la mano. Llegamos a Pershing Square. Me encanta este restaurante, es muy acogedor y el personal es muy atento y simpático. Entramos dejando a Gregory fuera con el auto. Tomamos una mesa y ordenamos nuestro desayuno.

—Mi padre llamó esta mañana, vendrá a la ciudad por unos días.—Le comuniqué y la vi tensarse un poco.

La historia de mi padre y mi madre es muy interesante, y aunque mi madre aún no lo quiera admitir, ella todavía tiene sentimientos por mi padre, al igual que él por ella, pero son sentimientos sin nombre, porque estoy muy segura que nunca más volverán a estar juntos.

—¿Y qué lo trae por aquí?—Preguntó mientras el joven nos servía el desayuno.

La miré con el ceño fruncido.

—¿Qué más razón que yo que soy su hija, mamá?

La vi abrir sus ojos sorprendida y aclaró su garganta para hablar.

—Claro que sí Debby, no me refería a eso.

—Sí claro.—Hablé sarcásticamente.—Pero también me dijo que quería hablar contigo.

—¿Sobre qué quiere tu padre hablar conmigo?—Me preguntó mientras comía de su desayuno.

—No lo sé.

Seguimos conversando sobre muchas cosas. Mi madre siempre se ha caracterizado por ser una mujer muy divertida, pero después de separarse de mi padre se adaptó a las costumbres de sus maridos, y perdió la escencia. La puerta del restaurante se abrió y mi mejor amiga Jessica entraba por esta. Nos sonrió y se acercó a nosotras saludándonos.

Ámame Sin Medidas #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora