Capítulo 34 «Un museo especial»

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Durante todo el día me la pasé perdida en mis pensamientos, recordando el momento viendo a Melissa y Charlie juntos, causándome un poco de migraña. No estaba lista para recibir semejante noticia, y ahora entiendo cómo se sentía Charlie

Vi a Kevin en silencio, simplemente observándolo, y ayudándolo a guardar todo. No estaba siendo justa con él al seguir clavada a Charlie como si nada hubiera pasado, pero me era total y completamente imposible estar cerca de él sin sentirme afectada por su presencia en donde quiera que él estuviera

—¿Ya nos vamos? —dijo Kevin moviéndose ansioso —. Tengo algo que mostrarte —Me tomó de la mano, mirándome con la inocencia y la dulzura de un niño alegre

—¿En serio? —Reí con curiosidad, luchando para sacar los pensamientos que aún revoloteaban en mi cabeza. Kevin era el chico indicado. Un chico que vivía solamente para mí y me amaba solamente a mí —. Ya me está picando la curiosidad -Tomé sus manos entre las mías, moviéndolas como si estuviéramos bailando

—Vamos —Me abrazó, llevándonos hasta su camioneta

Mientras Kevin conducía hacia el departamento, millones de pensamientos se me venían a la cabeza.

«¿Qué era lo que tenía que mostrarme que lo tenía tan ansioso?»

—¿Y....no vas a decirme qué es lo que estás planeando? —pregunté finalmente rompiendo el silencio, intentando conseguir información

—No —dijo sin apartar los ojos del camino —. Arruinaría tu expresión de sorprendida que tanto me encanta -Dió una leve mirada de reojo hacia mí, tomando mi mano y sonriéndome

—De acuerdo —Le sonreí ansiosa

Cuando llegamos a la casa, el nivel de ansiedad de Kevin empezó a aumentar. Lo notaba por la manera en que se movía nervioso en su asiento, y por las sonrisas nerviosas que me reglaba cuando volteaba a verme de vez en cuando

—Espero que te guste lo que te preparé —habló al darse cuenta que lo observaba —. Es la mejor sorpresa que alguien pueda recibir jamás —Besó mi mano con ternura, sin quitar la vista del camino

—¿Qué? —pregunté divertida para relajarlo un poco —. ¿Otra cualidad oculta del gran Kevin Holland? —Reí observando su expresión —. Parece que nunca voy a terminar de conocerte del todo —Apreté una de sus mejillas

—Algún día te daré la oportunidad —dijo mirándome finalmente

Era agradable el tiempo que pasaba con Kevin desde que estábamos juntos. Por un segundo me hacía olvidar de mis problemas, y de todo el sufrimiento que había vivido unos meses atrás, pero ese era el problema. Sólo me olvidaba de ellos por un momento, pero luego todo volvía a mi mente otra vez

Mi teléfono sonó, sacándome de aquel laberinto de pensamientos en el que me encontraba metida, como siempre

—Hola, Car —habló Jenna del otro lado de la línea —. ¿No Interrumpí nada aún, verdad? —preguntó sonando apenada. Sin embargo, la conocía lo suficiente para saber que estaba fingiendo

—No -Reí rodando los ojos —. No interrumpiste nada —aseguré riendo

—Car —Dio un largo suspiro cargado de lástima, como si hubiera visto algo que la conmoviera —. Déjalo en el sofá, Raymond —dijo sin quitar el teléfono de su oreja, dejándome escuchar su conversación

—Eso intento querida -se quejó el chico, sonando como si llevara una carga pesada —. Si Charlie sobrevive a esta borrachera voy a cobrarle esto por el resto de su vida, y empezaré por contarle todo a Melissa

En el momento en que escuché a Raymond mencionar el nombre de Charlie me congelé por completo, sintiendo mi corazón encogerse. Seguramente estuvo tomando toda la noche, y en mi experiencia puedo decir que eso no sirve de nada cuando quieres olvidar a alguien

—¿Jen? -dije obligándome a hablar después de lo que acababa de escuchar —. ¿Estás ahí? —pregunté, aunque ya se me había pasado las ganas de tener alguna conversación

—Ahora no puedo hablar, mamá —dijo Jenna riendo nerviosa —. Te llamo después —Colgó sin dejarme decirle nada más

Me quedé ahí estática, preocupada por saber qué era lo que estaba pasando con Charlie. El hecho de que Jenna fingiera que yo era su madre significaba que él no estaba del todo en sus capacidades para escuchar mi nombre sin querer hablar conmigo, y eso era algo que definitivamente no podía ignorar ni mucho menos fingir hacerlo

—¿No vas a venir a ver tu sorpresa? —Kevin me abrazó por detrás —. Estuve trabajando mucho en eso —Besó mi mejilla con emoción

—De acuerdo —Me volteé frente a él, intentando sonreír —. Vamos a ver obra maestra

Lo seguí hacia el sótano, ansiosa por poder ver finalmente la sorpresa en la que Kevin había estado trabajando para mí

Bajé las escaleras hacia el sótano, intrigada por la luz que había en aquel lugar.Las velas y cortinas en color rojo le daban un ambiente romántico al sótano, como si fuéramos un par de recién casados

—Ahora cierra los ojos —pidió mientras se acercaba a los caballetes cubiertos de sábanas blancas que llenaban el espacio del pequeño sótano

Accedí aún más intrigada por saber lo que me mostraría

—Antes quiero que mires esto —dijo entregándome un cuaderno de dibujo —. Diana me dio las fotos para inspirarme —Sonrió, besando mi mejilla

Cuando vi el cuaderno, me sorprendió ver varios dibujos de mí misma a los doce años. Una niña delgada, de cabello negro, recogido en una desordenada cola de caballo, y ropa deportiva unas tallas más grande de lo normal

Era inevitable que el recuerdo de mí cayéndome varias veces porque no sabía cómo jugar al soccer se atravesara en mi memoria, trayendo los recuerdos de Charlie apretando su estómago, riéndose de mí una y otra vez, mientras yo me levantaba para volver a jugar, y demostrarle que no me intimidaba, aunque me gustara en secreto

—Es realmente hermoso esto —dije para no quedarme en silencio, tratando de evitar que mis pensamientos se perdieran donde no debían —. Me detallaste a la perfección —Alejé un poco las hojas, admirándolas detalladamente

—Ahora me muero por detallar tu cuerpo —susurró con picardía, haciéndome estremecer un poco —. ¿Sabes? nunca he estado con una chica en un museo —Besó mi hombro y mi cuello

—Me parece una propuesta bastante interesante, ¿sabes? —dije rodeando su cuello con mis brazos —. Hay que intentarlo —Me quité la blusa, deslizándola torpemente por encima de mi cabeza, lanzándome directame a sus brazos, tomándolo por sorpresa

Sin pensarlo ni sentirlo, los dos estábamos desnudos en el piso como una pareja de hippies. Sus manos tocaban mi espalda, intentando desabrochar mi sujetador, mandando innumerables besos descontrolados en mi cuello

Mientras nos abrazábamos me acorraló entre sus brazos, quedando encima de mí, jadeando con placer

Fue entonces cuando empecé a conocerlo realmente. El Kevin que estaba encima de mí no era el Kevin que yo había conocido aquel día, sino alguien más. Como si fuera otra persona distinta

—¿Por qué me miras tanto? —pregunté divertida, cubriéndome con las sábanas, fingiendo estar apenada —. ¿Te estás inspirando? —Le sonreí con ternura

—Hoy quiero inspirarme en algo más que solo pintarte —Acarició mi mejilla, sin dejar de sonreírme

—Suena interesante —Levanté las cejas, intentando demostrarle el lado pervertido que llevaba dentro

Y por primera vez, en ese momento ni siquiera pensé en Charlie. Estar rodeada de aquel museo tan especial, me hizo darme cuenta de que me estaba perdiendo del amor que un chico como Kevin. Un chico dulce, bueno, y agradable puede ofrecerme

El amor de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora