Tenía la mirada perdida cuando su padre irrumpió en la sala. Verlo tan pensante interesó al hombre que le dió una cachetada brusca en su mejilla izquierda.
—¿Qué haces la concha de la lora?—gritó irritado para después recibir otra igual en la derecha. Así se defendió también dando con el cachete de su padre, que se reía con diversión.
—¿En qué pensas boludo? Hace como cinco años te llamo desde la cocina.—le reprochó su padre en calzones, entonando un tono cansado. Se veía con los ojos rojos y las pupilas dilatadas.
Ramón pensó en contarle o no, que más da, pensó.—Hoy me agarré a las trompadas con un pibe.—dijo como si nada, su padre le dió una pitada al cigarro que luego le pasó a él convidándole.
—¿Le pegaste mucho?—preguntó el hombre de bigote.
—¿A quien le pegaste hijo?—habló su madre interrumpiendo en la conversación, ambos se miraron incómodos. El hombre le dió una mirada de disculpas, comunicándole que esta vez no podría defenderlo.
—Nada vieja, un pendejo que me quemó.—suspiró.
—¿Cómo qué te quemó?—preguntó algo confundida la mujer.—De todas formas me prometiste que te ibas a portar bien en ésta escuela.—le habló dulcemente la mujer, a penas parecía un reclamo.
—Pero él empezó, ¿sabes que hizo después él personaje ese?—su tono de asombro hizo que sus padres a pesar de no tener la intención de escucharlo mucho le prestarán una atención completa. Ramón no solía tener esa actitud muy seguido, pocas veces.—¡Salió como si nada de la dirección y se mandó a mudar!—
—¿Pero quién es él pibito?—preguntó intrigado su padre.
—Ni idea, no es muy alto y tiene una cara de nena terrible. Medio colorado.—respondió.
—Te pregunté el nombre, no si te gustó.—escupió el hombre y Ramón se lanzó sobre él comenzando otra especie de guerra de trompadas con las que ellos solían jugar.
Ramón no se rompió demasiado la cabeza después de ese encuentro, a pesar de eso, esa noche durmió sabiendo que seguramente mañana se lo volvería a encontrar.
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Los dioses resplandecen |El Ángel|
Fanfic-El Diablo es rubio. Y en sus azules ojos, se encendió el amor. Con sus calzones rojos, el diablo me parece encantador. -Pensar que alguna vez fui un bebé.- -Y ahora sos un hijo de puta.