Capítulo 4 : primeras señales de marca.

914 75 10
                                    


Vallan a leer el libro que publicó angelamaribel18 a pedido mío, de Palacios. "El ángel negro" lo amo <3



Sus labios eran suaves, los succionaba delicadamente con una lentitud tortuosa. Mientras unas manos pequeñas acariciaban su espalda, el auto rechinaba a la brusquedad de sus movimientos, audaces y rápidos sobre el asiento trasero.

El corpiño de la chica era diminuto, al igual que sus senos, eso lo dejó mirándolos un buen tiempo una vez que pudo desabrocharlo. Ella lo miró incómoda, sin saber que hacer se recogió el cabello nerviosa.

—¿No te gusto?—la pregunta lo sacó del transe, haciéndolo caer en cuenta de lo que estaba haciendo.

Pronto la atrajo hacia sí mismo y le pasó una mano por el cabello, en un gesto torpe, pues nunca lo había hecho con nadie.—No, me encantas.—Le pronunció suavemente en el oído. Logrando estremecerla por completo.

Pero mientras lo hicieron en la parte trasera del coche, con los gemidos de la chica volando por todo el pequeño espació, meditó porque había hecho aquello. Inmediato con una gota de sudor en la cabeza, lo invadió la idea de que había imaginado ese cuerpo, como uno de hombre. Entonces se detuvo, parando las embestidas, la chica sin embargo acabó gustosa para después entrelazar sus brazos en su cuello. Él sin embargo, no tenía ganas de ningún contacto más. La apartó enseguida y arrancó el coche, mientras ella se cambiaba atrás, él condujo para alcanzarla hasta su casa.


~
—Mira, todas los chiches que me trajeron para revender.—le habló su padre, asintió sin mucho entusiasmo. Se acercó a ellos con la seriedad en su cara y los examinó.

—¿Son originales?—preguntó.

—No boludo, no necesitan serlo, se los encajo a algún gil que no tenga idea.—

Hizo una mueca con la boca y siguió con los artefactos entre sus dedos, marcando cada pliegue, tanteando las partes más débiles.
No notó cuando su madre en uno de sus típicos vestidos escotados entró en la habitación, le hizo un gesto dulce a su padre y luego caminó hasta el.

—Hay alguien que te busca hijo, una chica muy linda.—pronunció enmarcando las palabras finales.

El morocho la miró confundido, ¿una chica? Era extraño, siempre se aseguraba de que ninguna joven supiera dónde quedaba su casa, y claro, nunca llevó a ninguna allí.
Se incorporó con seriedad y caminó a paso firme hasta la puerta, la abrió sin más y se paró un paso fuera de esta. Frente a él, se encontró con la imagen de una mujer joven, fina de facciones, hermosa pensó.

—¿Quién sos vos?—le preguntó directamente.

Ella lo miró con los ojos azules examinándolo de arriba a abajo, con una sonrisa que demostraba diversión. Se veía segura, a Ramón le gustó.

—Carlitos dice que vamos a salir los cuatro, ¿Es cierto?—preguntó al final. Ramón enmarcó una ceja sin entender. Luego cayó en cuenta de la novia de Carlitos, su gemela, y su insinuación a que se la presentara.

—S-si.—pronunció.

—Entonces vamos.—le sonrió ella.

Miró por última vez dentro de la casa y salió sin más, no debía explicaciones a sus padres. Sonrió a medias al verla caminar, con su figura femenina y delicada. Luego el panorama brilló repentinamente, se tuvo que acostumbrar al resplandor de unos rulos dorados sobre la vereda. Carlitos lo observaba con los ojos voraces y rebeldes que le correspondían. Tenía una polera blanca y arriba una campera de cuero, se veía bastante cool. Al menos eso creyó el morocho. Junto a él una chica lo sostenía del brazo, era idéntica a la joven con la que había hablado recientemente, eran una copia exacta. Que al parecer disimulaban con el peinado, creyó que era algo bueno, al menos así las reconocería.

Los dioses resplandecen |El Ángel| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora