PRÓLOGO

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-ALFA-

Bajo la luz de la luna llena y la tenebrosa neblina, entre los frondosos arboles del bosque de Washington, los brillantes ojos azul de un Alfa; se distinguen.

Las hojas secas esparcidas por el suelo, se quiebran ante las fuertes y desesperadas pisadas del lobo, que huye de su muerte. Su agitada respiración logra pasar desapercibida, pero su desesperada huida del lugar, deja ver cuan atemorizado esta.

Los agitados y fuertes gritos masculinos comienzan a llenar el lugar, con órdenes, coordenadas, incluso apoyo moral. Las armas de fuego y los arcos con punta de plata comienzan a ser disparadas por estos hombres. Estos cazadores.

Él ágil y enorme lobo blanco logra esquivar cada una de ellas, mientras continúa corriendo por el enorme bosque que parece no tener fin.

Luego de varios minutos, los hombres de negro comienzan a alcanzar al cansado lobo, sus disparos parecen más eficaces y su técnica de cacería parece brindar frutos. Todos sabemos que una herida en el corazón es mucho peor que una sobre la piel.

Este tipo de herida te nubla el juicio, desata todos tus sentimientos y coloca al miedo y dolor como reyes, justo en la cima, opacando todos los demás.

Un lobo también lo sufre, incluso más. Una herida que su organismo no puede curar, la herida más dolorosa que pueden soportar.

Una afilada punta de flecha roza su pierna, logrando abrir su piel en una pequeña cortada. El lobo suelta un chillido, pero lo ignora y continúa corriendo, al igual que los cazadores.

A tres metros de distancia la enorme pata blanca del lobo se atasca en una trampa metalica que la presiona con fuerza. Esta vez su chillido es más fuerte, aullentando a las parvadas del lugar.

Los cazadores dejan de correr y comienzan a caminar lento con sus armas listas para disparar. Jamás se puede confiar en un lobo, al menos ellos no.

El lobo intenta desesperadamente salir de ese problema, pero sus intentos son en vano. Su mente aún viaja al tormentoso momento en que perdió a su amada, hace sólo unas horas. Su enorme pesar lo hace débil, mientras llora una muerte, los cazadores lo acechan.

Luego de unos segundos deja de intentar. Gracias a sus habilidades sobrenaturales, él sabe lo que está por pasar, lo que se acerca a través de la infinidad de árboles. Con su corazón latiendo a gran velocidad y su respiración agitada, cierra los ojos y lanza al viento un fuerte e incomparable aullido.

El aullido del gran lobo blanco, del Alfa.

Los cazadores se apresuran a llegar con él y disparan un dardo con sedante en su cuello, pues saben que todos los lobos cercanos, acudiran al llamado del alfa y lo defenderan con su propia vida. El cedante corre rápidamente por todo el cuerpo del enorme lobo, haciendo que el hermoso canto cese y él enorme cuerpo de nieve del lobo blanco, caiga al suelo inconciente.

Alfa: El gran lobo blanco© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora