CAPITULO XVII

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Perdida

Hazel volvió a casa después de una extensa charla con sus amigos, donde todos mencionaron la creencia de que Hazel posee algo que los demás lobos no, incluso los demás Alfas del mundo.

––Tienes una capacidad increible–– menciona Tyler desde su lugar ––. Pudiste soportar más dolor del que cualquier otro podría y eso fue lo que hizo que tu amigo permaneciera con vida hasta ser atendido.

––Además–– comenta Christian ––Tus venas brillaron en un color azul.

Frunce el ceño y observa a Tyler ––¿Eso es posible?.

––Antes no lo hubiera creído, pero se que ahora lo es.

Nathan suspira ––Hazel hay algo increíble y único en ti, pero creo que debes aprender a manejarlo. No creo que vayamos a ser los únicos impresionados con eso.

Hazel logro entrar a su casa sin ser escuchada por sus padres, lo cual agradeció, pues aunque su herida casi desapareció completamente, su atuendo aún luce horrible, pues este no tiene ningún poder de recuperación.

Tomó un rápido baño y se recosto en su suave cama, esperando, aunque sin éxito, conciliar el sueño, no hasta después de varias horas viendo hacia la nada y pensando en todo.

––¿Él se convertirá?–– pregunta Hazel preocupada.

––No–– contesta Tyler sin mirarla ––. Un rasguño no puede hacerlo, no es como los mitos y leyendas lo dicen. Sólo una mordida puede hacerlo, la mordida de un Alfa–– dice esta vez viéndola a los ojos.

Las horas de sueño de Hazel parecieron transcurrir como minutos. Los rayos de sol atraviesan la ventana y pega en su rostro alejandola de su profundo sueño.

Se incorpora somnolienta y va directo al baño. Luego de quince minutos, sale de este preparada para salir de casa. Toma su bolsa y las llaves de su auto. Sale de la habitación y comienza a trotar bajando las escaleras.

Su madre prepara el desayuno en la cocina, mientras su padre revisa una caja vieja en el comedor. Al notar la presencia de su hija, ambos la observan.

––¿Saldrás?–– pregunta su padre.

––Si–– se limita a decir caminando directo a la puerta.

––Si recuerdas que no eres una adulta aún, ¿Verdad?–– comenta su madre esta vez.

Suspira con pesar y gira sobre sus talones para ver a su madre.

––Si, es sólo que necesito ir al hospital con urgencia.

Ambos fruncen el ceño.

––¿Porque?–– inquiere rápidamente su madre.

––Alexander tuvo un accidente en la fiesta, pero esta bien, sólo iré de visita–– se encoje de hombros con naturalidad.

Su madre suspira resignada ––No quiero saber que vayas a otro lugar jovencita. Vuelve temprano.

Asiente con una sonrisa y vuelve a emprender su camino hacia la puerta.

Durante el camino, sólo a pensado en el incidente de la noche anterior, ahora sabe que esto se pondrá más difícil e implicará a personas cercanas a ella heridas, justo como paso con Alexander. Por alguna razón, sabe que no será el único.

Alfa: El gran lobo blanco© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora