CAPITULO XXVIII

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Noche de estrellas

La mañana para todos los adolescentes fue diferente. Helen comenzó a prepararse, pues tendrá una extensa cita con él chico que le gusta, lo cual le quitó el sueño. Su cuerpo está invadido de nervios, sin embargo, su entrenamiento como cazadora la a llevado a enterrar todos estos, sin embargo, aunque nadie los puede ver, ella los sigue sintiendo.

Layla quedó con Alexander de ir a un café para desayunar juntos y continuar platicando sobre cómo sobrellevar el dolor de un corazón roto. Sin embargo, ambos sienten una necesidad más de estar juntos, algo más que el apoyo que se recibirá y brindará.

Mientras tanto, Hazel trato de investigar acerca del maestro Harris, mediante su historial académico, sin embargo, nadie sabe mucho de él. Ni sus ex compañeros maestros y al parecer, ni siquiera él director quien fue el encargado de contratarlo y llenar su registro en el programa escolar. Pareciera como si su certificado Universitario fuera falso, pues lo único que su historial académico muestra es la Universidad de procedencia.

Antes de continuar con su investigación, su celular comienza a vibrar con una llamada entrante de Christian. Al momento en que su mente lee el nombre, su corazón se acelera y sus manos se apresuran en tomar el móvil para contestar la llamada.

––Hola–– dice en cuanto contesta la llamada.

––Hola–– dice con alegría ––. La fiesta empezará a las 8:00, ¿Te parece si voy por ti a las 7:00?, quiero llevarte a un lugar antes.

Sonríe y muerde su labio inferior ––Claro, me parece perfecto.

––Entonces, nos vemos esta noche.

Asiente y cuelga la llamada. Deja el celular sobre su escritorio y se recarga en el respaldo de la silla cerrando los ojos, sin desvanever la amplia sonrisa que se a dibujado en su rostro a causa de un chico, pero no cualquier chico, si no Él chico. La parte de que sea su Mate no causa impacto en ella aún, pero ahora que lo a aceptado, sabe que no sólo le gusta Chris, si no que también lo quiere. Esto es peligroso, sin embargo también te hace sentir vivo. Encariñarse siempre será peligroso, tarde o temprano dolerá haberlo hecho.

Luego de permanecer en esa posición durante unos minutos, suelta un largo suspiro y se pone de pie, dejando atrás toda la alegría que antes brillaba con un gran resplandor en su rostro.

Sale de su habitación a sólo minutos de que sus padres se vayan y los llama una vez que esta en la planta baja. Entra al comedor, donde ambos terminan de empacar sus utensilios de trabajo en sus maletines de cuero negro.

Ambos la miran extrañados, pero esbozando alegría en una pequeña luz de sus ojos. Hazel los mira y traga saliva. Jamás creyó que encararlos después de casi transformarse en una bestia peluda frente a ellos, fuera tan difícil. Sus rostros reflejan la viva imagen del terror que hubieran sentido si la hubieran visto de ese modo, o si quiera en su media transformación, justo como lucia esa misma noche.

––Mamá... –– la llama con la voz apunto de quebrarse, por lo que ve necesario aclarar su garganta para continuar ––. Escuche lo de ayer.

––No tienes que decir nada–– habla su madre rápidamente.

Se acerca un poco más y suspira ––Yo lo siento... tampoco debí reaccionar de esa manera y se que están preocupados, también confundidos–– se encoje de hombros ––. Es sólo que han pasado muchas cosas con mis amigos y no puedo dejarlos solos... ellos son parte de mi familia ahora y es nuevo para mi, es por eso que me e comportado muy rara últimamente, e desquitado toda mi frustración con ustedes y no es justo... lo lamento.

Alfa: El gran lobo blanco© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora