Alfa: El gran lobo blanco©

CAPÍTULO XXXVII

Sin aliento

––Maldición, él director Calvin–– murmura Emily con preocupación.

––Solo es un rumor–– agrega Layla intentado tranquilizar a su amiga.

Baja la mirada y suspira ––Durante las clases, pensé en un plan–– los mira ––. Un plan para al fin detener al Alfa.

––Emily, oíste a tu papá–– dice Luke ––. Es muy arriesgado.

––¿Y entonces que planeas que hagamos?–– dice exaltada mientras se cruza de brazos ––. Sentarnos a esperar a que decida dejar su malévolo plan de lado.

Suspira con pesar y se mantiene callado.

––No–– agrega Nathan ––. Pero podemos esperar a que papá nos diga que hacer.

––Nos dirá que nos mantengamos alejados de esto, y eso no es lo que tengo en mente. Nathan, soy una Alfa, mi deber es proteger a mi manada y a las personas que me importan. Ustedes son mi obligación, y no pienso quedarme a esperar a que se le ocurra asesinar a alguno de nosotros –– suspira ––. No quiero ver morir a nadie más.

Suspira con resignación y la mira ––¿Que tienes en mente?.

Emily sonríe de lado y se prepara para contarle a su manada, su plan para detener al Alfa.

Madeline es llevada a casa por él señor Black, el amigo más leal que le queda, a quien le debe su vida y por quien está dispuesta a morir.

Una vez en la sala, Tyler la ayuda a sentarse en el sofá con cuidado, pues su condición aún no es la mejor.

––¿Necesitas algo?–– pregunta el varón.

Niega ––¿Sabes algo de Aaron?.

Aprieta los labios y toma asiento junto a su amiga, la toma de la mano y baja la mirada.

––No. No hay rastro de él, ni del Alfa o algún otro miembro de su manada.

Madeline baja la mirada y solloza ––Tyler–– lo mira con los ojos vidriosos ––. Ya no puedo sentirlo–– dice con dolor ––. Ya no puedo sentirlo más...–– susurra antes de dejar salir todo el dolor, en forma de llanto.

Él varón rápidamente la envuelve en un cálido abrazo y permanece en silencio, consolando a su amiga de la única manera posible en dicho momento.

––Ya debería estar aquí–– dice la madre de Helen.

––Tranquila, los adolescentes se toman su tiempo, más si están con la persona que les gusta.

Se pone de pie y se cruza de brazos ––Estoy segura de que va a hacer una tontería.

La mira ––No dudes de la capacidad como cazadora de tu hija––  dice firme ––. No dejará de lado su instinto de supervivencia, ella vendrá a casa–– dice intentando sonar seguro, aunque en el fondo de su ser, sabe que su hija puede guiarse más con el corazón, que con la mente.

––Es una locura–– dice Luke una vez que se baja del auto.

––Es hora de hacer algo–– dice Emily uniéndose al grupo, en la entrada de la reserva.

Después de unos minutos, Helen y Nathan aparecen en el auto del varón y bajan de este al instante.

––¿Lograron conseguirlo?–– pregunta Emily.

Helen asiente mientras Nathan abre el maletero de su auto, dejando a la vista el arsenal de armas y municiones que pertenecen a la familia Rogers.