CAPITULO XXX

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Proceso de aceptación

La puerta de la casa de la familia Rohees se abre, y los adultos entran en esta compartiendo una carcajada de alegría que se detiene una vez que ven a Hazel sentada en la sala, oculta en la tenue oscuridad de la noche.

––Cariño–– la llama su madre mientras se acerca al interruptor.

Una vez que la luz se enciende, el afligido rostro de la chica es percibido. Sus ojos rojos e hinchados, su cara palida, sus manos temblorosas y su mirada vacía.

Se pone de pie y sorbe su nariz ––¿Es cierto?–– pregunta con debilidad.

Ambos fruncen el ceño y se acercan lentamente a ella.

––¿A qué te refieres?–– pregunta su padre.

––Mi nombre es Emily... Emily Black y no soy su hija.

Ambos se detienen y sienten un hueco en el pecho. Jamás pensaron que llegaría este momento y no esperaban que fuera de esta manera. Permanecen callados y se toman de las manos, sin saber que hacer o decir. Sin embargo, el silencio es una respuesta clara para ella.

Asiente y se lleva ambas manos a la cabeza ––No puede ser–– murmura.

––Hija...–– susurra su madre.

Niega ––No me llames así.

––Hazel por favor–– interviene el señor Rohees.

Levanta la mirada ––Ese no es mi nombre–– dice entre dientes.

Una lágrima resbala por la mejilla de la señora Haley y lleva una de sus manos a su pecho, pues el dolor que siente es inmenso, un dolor que jamás había experimentado antes y le parece insoportable.

––Eres nuestra hija, nosotros te críamos, Haz... Emily–– corrige ––. Te amamos.

––¿No creen que tenía derecho de saberlo?.

Ambos bajan la mirada y luego sólo él señor Rohees es quien reúne el valor suficiente para volver a encararla.

––Creímos que necesitabas más tiempo.

Se encoje de hombros ––¿Tiempo para que?.

––Para ser más fuerte.

––¡Merecía saberlo!–– grita con rabia y dolor ––. Tengo un hermano y mi padre está vivo. ¿Lo sabían?.

Suspira ––Si.

––¿Desde cuándo?–– susurra.

––Desde que llegaste a nuestra casa.

Se deja caer en el sillón y cubre su cara, dejando salir más lágrimas y sintiendo como el dolor y la agonía crecen en su interior, haciéndole imposible incluso respirar.

––¿Porque?–– susurra de nuevo ––. ¿Porque no decírmelo antes?. Perdí años que pude compartir con mi hermano, me lo robaron. Me robaron la infancia a su lado... me robaron años junto a la única verdadera familia que me quedaba.

––Lo sentimos... sólo...

Se levanta con brusquedad y comienza a caminar a la puerta sin decir una palabra. Sus padres intentan detenerla, suplicando su perdón y que al menos los escuche, sin embargo su dolor la a cegado y la a impulsado a correr por el bosque sin rumbo alguno.

––Te lo dije–– murmura Chris con un nudo en la garganta, con la mirada fija en el suelo, recordando la mirada de decepción que había en Emily ––Tenía que saberlo.

Alfa: El gran lobo blanco© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora