El cielo en la tierra.

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Guardaron silencio así como las demás personas del elevador. Ansiosos por llegar a su destino.

Se abrieron las puertas en el respectivo piso, salieron rápido. Caminaron por el amplio pasillo, mientras, Anton buscaba la tarjeta electrónica para abrir la puerta de su habitación.

-Aquí-Pararon, Emma leyó el número y letra de habitación, 576-AD.

Se adentraron al lugar. Moderno. Una cama alta bastante amplia, en frente de ella una televisión, una sala de estar bastante simple, una vista inigualable a la ciudad. Y lo demás era sencillo. Las paredes color durazno, y detalles entre colores cafés, grises, dorados y blancos.

Encima de la cama una simple valija. Emma caminó hacia los ventanales, y observó con detenimiento. Las luces artificiales en esa noche proyectaban una sensación fresca, somnífera y excitante.

-Noche maravillosa-Articuló cuando sintió la presencia de Anton a lado suyo.

-Podría estar observando a la ciudad que nunca duerme toda la noche-Pausó-Contigo.

Ella bajó su mirada al suelo, y la elevó con timidez hacia él. Cerró los ojos. Y comenzó a escuchar ligeros golpes en la ventana, volvió a abrir los ojos y observó. Llovía, claro, debía suponerlo cuando caminaban hacia el hotel. El cielo nocturno estaba plomizo.

Sólo observaban las gotas acelerar su caída, furiosas, resbalando por el vidrio.

-Te quedarás-Dijo Anton en un tono de preocupación.

-No, debo irme. Puedo tomar un taxi.

-No.

-Si-Caminó hacia la puerta y él la siguió. Emma tomó el gancho de la puerta para abrir, se volteó para agradecer a Anton esa noche. Pero no. Él se inclinó y repentinamente ella sintió los delgados labios de este encima de los suyos. Alzó sus manos hacia la nuca de Anton. Podía besarlo toda la noche si pudiese.

-¿Te quedarás esta noche?-Sólo lo miró, para acercarse una vez más y besarlo.

Anton tomó la punta del gorro de ella y lo tiró a la alfombra. Emma pensó, si lo iba a hacer con él, debía estar segura de ello, pero la verdad era que no quería. La timidez, el saber que otra persona la tocaría. No era que no le gustase tener aquello, pero desde que había dejado a Jim le daba miedo y se cohibía cuando debía hacer cosas que anteriormente podía hacer con demasiada facilidad, desde tomar alcohol, o incluso tener relaciones. Pero en algún momento de su vida debía romper ese círculo que la rodeaba, y pensó que ese era el momento.

Sintió su espalda estamparse contra la pared de lado de la puerta, y sus pies mágicamente ya no tocaban el piso. Ahora sus piernas se habían enrollado en la cintura de Anton, y él las sostenía. Siguió besándole mientras caminaba hacia la cama. La tumbó en esta, pero Emma aún no quería.

En algún momento debía volver a hacerlo con o sin Jim.
Tenía que tomar una decisión rápido. ¿Hacerlo o no? Soy joven, verdaderamente soy loca. Pero... ¿Y si Anton me deja de hablar después? ¿Si sólo quiere utilizarme? Barbaridades. Sólo siento como se despoja de mi suéter, y por alguna extraña razón mis sentidos no hacen nada por detenerle. Ya no tengo mis vaqueros puestos, y el muchísimo menos. Solamente le toco su rostro, lo beso, incluso le ayudo a quitarse su camisa a botones. ¿Acaso esta Emma era la de antes? ¿Salvaje? ¿Sexual? ¿Divertida? No, eso último no. No por el momento.

Estoy bajo el edredón blanco con toques dorados. ¿Acaso habrá más jóvenes que así de rápido ya tienen relaciones con un desconocido que conocen? Si. Y vaya que conozco muchas. Es normal, me hago de esa idea por el momento.

Sus manos recorren mi cintura, bajan hacia mis piernas. ¿Puedo hacer algo para detenerlo? No, ya es demasiado tarde. Sólo siento esa fricción de entrada, le sigo el juego. ¿Qué más daba?

Podía sentir como mi boca decía su nombre involuntariamente, esa no era yo. O tal vez si, pero esa faceta de comportamiento la tenía ligeramente en el olvido.

Jalo su cabello, rasguño su espalda. Dios mío.

Se siente bien. Todo él se siente bien. Puedo sentir sus labios en todas las partes superiores de mi cuerpo. Era como un imán. Toco su torso, sus brazos. ¿Hará ejercicio? Se sienten voluptuosos pero firmes. Muy firmes. ¿Hará esto con muchas chicas? Dejaré de pensar en eso.

Respiro cortado, había llegado ese momento que las mujeres anhelan, y que incluso tiene un día especial al año. Sólo me dejo llevar. Era como el cielo en la tierra.

Escucho como dice el igualmente mi nombre en mi oído, como un suspiro que quieres escuchar. Todo el tiempo, de una manera especial.

Sudor, pudor, y gemidos. La mejor combinación nocturnal.

Pero todo tiene un final.

Sólo siento como aquella pieza de rompecabezas se separa de mi, me da un beso, el más profundo. Me cubre y duerme. Tengo que hacer lo mismo.

Anton despertó, con una sensación distinta a otros días. La observó, pensó en su dulzura, inocencia, y ese lado por el que estaba ansioso que le mostrara. Quería seguir tocándola, de la noche a la mañana ella se le había vuelto una adicción humana. No sabía si estaba enamorado, si fue amor a primera vista, o algo por lo común, pero sabía que ella tenía algo distinto a las demás, pero no en su personalidad, en él. Algo tenía que lo atraía, que lo enamoraba. Era la única palabra que podía encontrar para describir esa sensación.

Tomó una ducha. Reía sólo al recordar todas aquellas cosas que había conversado con Emma, esas pequeñas pláticas graciosas que hacen la diferencia.

Se duchó. Se vistió. Vaqueros, camisa a cuadros y tenis Nike. Lavó sus dientes, y salió del baño.

Observó como ella estaba en bragas, con su camisa a cuadros de la noche anterior encima de ella. Miraba el amanecer de la ciudad, había dejado de llover en algún momento, y ahora sólo el cielo se encontraba nublado, con los vidrios mojados. Eran las siete y media en punto.

-¿Emma?-Le dijo acercándose a ella. Se giró y lo miró. Le sonrió.

-Hola-Respondió modestamente. Aún estaban a algunos dos o tres metros de distancia-Tengo que ir a casa. Debo hacer algunas cosas.

-No tienes nada que hacer. No me mientas, a mi no-Lo observó incrédula ante sus palabras. <<¿Acaso con lo ocurrido se conectó conmigo?>> Pensó <<Que estupideces piensas>>.

-Vale, no tengo nada que hacer. Pero tal vez tú si. Tienes un vuelo hoy. Tal vez quieres descansar antes de muchas horas de viaje.

-No, quiero estar contigo. ¿Por qué no vamos a desayunar?

Caminó hacia él y chocó a propósito con su hombro, rieron. Emma tomó su ropa que estaba tirada en el suelo, al igual que su bolso y se adentró al baño. Era un si.

Ya adentro, sacó su móvil del bolso. Tenía un mensaje de Theo, Jaden, Adam, y su madre. Al igual que dos llamadas perdidas de su hermana.

Theo.

Debes enviarme por correo de los malditos bocetos

Jaden.

Tengo que hablar contigo. ¿El martes en mi casa?

<<No>> Se respondió Emma.

Adam.

¿A qué no sabes a quién vi andar por la calle 52? ¡Jim! Vaya que ahora parece un caballero. La rehabilitación le ayudó de mucho.

Abrió los ojos como platos, tomó calma y mientras abría el mensaje de su madre, giró la perilla del cuarto de baño.

Mamá.

¿Tienes el número del vecino?

Rió. Se quitó de las pocas prendas que llevaba puestas, y tomó aquella ducha que ansió desde que despertó.

Contigo [Anton Zaslavski/Zedd Fan Fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora