Distinto

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Entraron al departamento de Anton exhaustos por la caminata en aquel súper mercado interminable. Fatigados, con el corazón saliendo por sus pechos por la tremenda subida en escaleras debido al mal funcionamiento del elevador, con muchas bolsas en sus manos.

Anton sólo tiró las llaves hacia la pequeña mesa angosta blanca que estaba justo a lado de la puerta principal, tiró las bolsas hacia el suelo y tomó asiento en uno de los sofás de cuero color negro en el recibidor, ahogándose en su aliento, buscando nuevas soluciones para parar su agobio.

Emma quitó su blazer negro, dejándolo en una de las sillas negras de cuero, en el comedor hecho a base de cien por ciento mármol, quedando en la camisa de mangas largas de rayas negras y blancas. Caminó hacia la cocina y en un vaso de vidrio sirvió un poco de agua con hielos, que le daría a Anton, quién aún estaba recuperando fuerzas.  

-Toma-Le entregó sentándose junto a él, mientras masajeaba sus hombros. Engulló un trago de agua, ligeramente tranquilo. Volteó para observar a Emma quién secaba su sudor que escurría por su frente y nuca con su manga derecha. Tomó su mano y la hizo a un lado, ella sólo lo miro. Se acercó y la besó.

-No tienes porque ser tan perfecta todo el tiempo-Le dijo susurrándole en el oído mientras estaban recargados en el respaldo del sofá.

-Es naturaleza-Anton rió.

-Emma Bradford, debes dejar que un día yo te consienta todo el día.

-En mi cumpleaños.

-Dieciocho de enero. Prometo que cuando llegue de Alemania te tendré una sorpresa.

Esa misma noche, mientras Anton tomaba un baño, Emma había recibido un mensaje de su mamá, en el que escribía que su padre estaría en Nueva York en dos días, y que aprovechara para irse juntos a Misisipí junto con Lucy, quién se encontraba en su departamento probablemente sola, después de mucho tiempo de haber pasado con Porter.

Estaba acostada en la cama que los dos compartían desde hace justamente dos semanas. Igualmente se encontraba cansada, en un mundo en el que los problemas se habían hecho neutrales, y donde Jim y otras conquistas amorosas pasadas comenzaban a desaparecer en el viento de su día a día con Anton, con quién un mes fue suficiente para darse cuenta que eso sería toda una aventura.

Cada mañana tenía un sabor distinto. Una sonrisa distinta. Una manera de despertar diferente a todas. Los pliegues invisibles del sol, siempre estaban cargados de un amanecer de contagiosas risas. Y las gotas heladas de la lluvia estaban cargadas de un beso matutino en un cielo plomizo, frío, donde lo único que podían hacer era abrazarse, en el que las gaviotas se quejaban por no tener comida en sus picos muy al fondo de donde ellos estaban, como ecos en la distancia.

Las preocupaciones laborales desaparecían por un momento para darle la bienvenida a la armonía de una plática amena todos los días, en los cuales siempre había cosas que hacer. Desde respirarse e inhalarse, observar el fondo de sus ojos mutuamente, saborear el nuevo sabor bucal, y tocar sus pieles en niveles pasionales observando el ocaso, respirando ese aire salado de Miami, con dos martinis frente a ellos, y una atmósfera pacífica que recorría cada centímetro cúbico donde estuviesen ellos dos. Disfrutaban la oscuridad nocturnal como dos amantes prófugos del pasado, distantes de sus mundos, desinteresados en el destino.

Todo aquello apenas era un mes.

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Me he apurado, y he escrito este, ya tengo el comienzo del siguiente, y mi mente realiza lo que será el futuro de todo esto.

Ojalá les este gustando.

Nos vemos en una semana, o cinco días. No lo se.

Contigo [Anton Zaslavski/Zedd Fan Fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora