Bradford tomó su bolso, y salió como una bala recién disparada de un revólver del auto amarillo. Esperó a que el conductor le diera su equipaje en la cajuela de este. No le dirigía la palabra a Anton que estaba a su lado esperando lo mismo a los pies, del para entonces, cálido Aeropuerto de Miami por la noche. Tomó su valija, y se adentró hacia el lugar. Él caminaba detrás de ella y se sentía ligeramente culpable, y ella ligeramente avergonzada y estúpida.
Paró sus pasos frente a un módulo de una aerolínea americana, y observó el reloj dorado de su muñeca. 8:30 p.m, estaba a tiempo.
-Me tengo que ir- Articuló observándolo a los ojos.
-Emma, siento lo que dije. No qui...
-No, fui una tonta-Interrumpió-Todavía hay cosas que no te he contado Anton, y creo que si no te las digo estaré en serios problemas contigo. Así que... Esperaré hasta después de Navidad.
-Tomaré un vuelo rutinario a Nueva York, lo prometo-Le sonrió-Mándame un mensaje cuando llegues... creo que ya es hora.
La abrazó inesperadamente, con ese olor típico de vainilla, y un perfume de Chanel entrando por sus fosas nasales, que le encantaba y lo volvía loco.
Separó su rostro y se acercó para besarle. Era el último por algunos cuantos días y debía aprovechar el momento. Conectarse. Sentirse. Todo era un juego emocionante.
-Suerte-Le susurró en los labios Anton, y ella solo sonrió. Tomó su valija de nuevo, y caminó hacia la fila de su vuelo correspondiente para presentar su ticket, y pasaporte. Al llegar volteó, y le sonrió por última vez
-
Emma pisó el suelo del Aeropuerto JFK después de haber caminado algunos metros de concreto en la pista de aterrizaje.
Miró a su padre a lo lejos y corrió para abrazarlo después de un mes aproximadamente de no verlo en persona. El hombre, alto de tez blanca, y cabellera negra, sumamente apuesto, vestía unos vaqueros rectos, mocasines y una tweed Harris.
-Em, cada día estas más grande-Le dijo separándose de ella para mirar sus ojos castaños que provenían de sus esposa.
-Tengo veintitrés papá, y pronto cumpliré uno más.
-Aún recuerdo cuando me pedías que te diera caramelos. Como pasa el tiempo.
Subieron a la Land Rover color negra, que era de Emma, pero que guardaba en el garaje de un amigo suyo, Adam.
Una noche antes, después de terminar la llamada con su padre, le mandó un mensaje a su móvil dejándole la dirección de su amigo, para que tomara posesión de su auto. En ese momento en Nueva York a aquella hora nocturna aún seguía con sus ciudadanos con el ojo bien abierto. Eran las once de la noche.
Condujo en silencio con música de Lou Reed en una intensidad baja.
Emma recordaba cuando el hombre que tenía su lado tocaba música de Eric Clapton, y Elvis Presley los domingos por la noche después de la cena y reía por como sus dos pequeños bailaban mientras que la adolescente Emma sólo estaba en la rústica sala frustada por el sonido, su edad, y de sus absurdos problemas, mientras que su madre acariciaba su cabello dorado queriendo comprender a su hija primogénita. Había sido así, hasta tal vez dos o tres meses, hasta que vio la vida de una manera distinta después de su cumpleaños dieciséis.
-No sabía que Jim se casaría-Le comentó su padre, Emma abrió los ojos muy muy grandes y casi sintió como por una décima de segundo su corazón dejó de funcionar.
-¿Cómo te has enterado?-Su tono era grave y preocupado.
-Nos ha llegado una invitación a casa. Creo que es buena edad para contraer...
-¡No puede casarse!-Exclamó.
-Emma, tiene veintinueve años, una linda prometida, y un buen trabajo. Además ya no eres su novia-Dobló la esquina conduciendo, aún faltaba para llegar al edificio Washington.
-Si pero...
-Pero nada, tú ya has realizado tu vida con otra persona y él con otra. ¿Qué mas quieres?
Solo se quedó callada. Era cierto. Jim había salido de rehabilitación tres meses atrás, y mientras estaba en ella se había enamorado de la hija de uno de los doctores, que iba de vez en cuando a conversar con los pacientes. Historia que Emma no sabía, pero pronto se enteraría. Pero Jim, había utilizado a la castaña Carrie, para borrar todo rastro de Emma, teniendo ayuda de un psicólogo del hospital, ella siempre fue su principal problema.
-¿Dónde será?-Le preguntó seria.
-Será aquí. Aunque te dire la verdad, no quiero ir. Tu madre tampoco.
-Yo tampoco papá, yo tampoco...
°°°
Sé que ligeramente se desvía de la tematica principal, pero tengan en cuenta que deben conocer la vida de varios personajes. Así que... Espero lo disfruten y así. Voten, comenten y esas cosas. <3
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Contigo [Anton Zaslavski/Zedd Fan Fic]
Fiksi PenggemarEmma Bradford no era graciosa, mucho menos social. A sus veintitrés años tenía un trabajo que pocas podían haber conseguido. La vida da vueltas, alguna anticipadas, otras inesperadas. Y así como la última, conoció a su dolor de cabeza, su montaña ru...