Contigo [Anton Zaslavski/Zedd Fan Fic]

Kate

La pequeña Kate dormía, Emma, dormía con ella en sus brazos y él también. Todos en la misma cama. Apenas tenía quince días en la tierra, y había nacido tan sana y hermosa que fue una alegría rotundamente... Mundial.

Anton estaba de vacaciones, el hombre maduro que ahora aún era parecido al de veinticinco años o veinticuatro de antes. Gracioso, social, y talentoso. Se seguía dedicando a lo mismo, y ella también. Aunque desde que Emma se adentró en la filantropía, con asociaciones buscando donativos para zonas pobres, o apoyando a la educación juvenil, él igualmente se vinculó con ello, su fortuna había crecido proporcionalmente, y seguía adentrado a la música como siempre.

En cambio ella ahora era un icono de la moda y la belleza. Había pasado por marcas cotizadas en todo el mundo, desde Chanel hasta la popular Victoria's Secret. Dio un salto, ahora el mundo hablaba de ella, aún conservaba esa elasticidad en su piel de una joven de veintidós, y seguía amando al mismo de siempre.

Y aunque aún viera como lo que ahora era su prometido estuviera en fiestas después de una dosis de música, sabía que su confianza estaba plenamente segura de que nada pasaría.

Todo había sido un pequeño juego. Comenzaron besandose de broma, y terminaron más enamorados que Angelina Jolie y Brad Pitt.

No sabían si duraría para siempre. Podría ser que al final de cuentas terminarían firmando un divorcio, compartiendo la legitimidad de lo que ahora era su hija, o algo ligeramente más triste. Pero lo seguirían disfrutando hasta donde terminara.

Kate despertó, sus ojos verdes, y su tez blanca le recordaba a Anton a su madre, y a Emma. Le sonrió a la diminuta criatura y la tomó entre sus brazos para acurrucarla.

Lo miraba, extraña. Podía estar pensado si era su padre, u otra persona. Presionaba sus manitas involuntariamente y esbozó su primera sonrisa, y volvió a cerrar los ojos. Anton se volvió y la recostó sobre una pequeña cuna móvil que estaba de lado de la cama.

Volvió a acostarse y abrazo a Emma quién buscó instintivamente refugio en sus brazos.