-Tienes un contrato para Victoria's Secret la siguiente semana. ¿Firmarás?-Le preguntó Richard por el otro lado del teléfono.
-No lo sé, no lo sé. ¿Es muy rápido, no?
-No, anda que con esto ya estás en la cima, y me ha costado trabajo conseguirlo.
-Lo pensaré. Te lo juro, llámame mañana.
-Eso mismo dijiste ayer.
Escuchó como el timbre de su casa sonaba.
-Adiós, te dejo. ¡Me llamas!
-Si linda, adiós–dijo refunfuñando.
Aún con su pijama puesta a la una de la tarde de un jueves, bajó por las escaleras de mármol de su hogar en Palm Springs. Era elegante, sofisticado y al mismo tiempo sencillo. Su madre le había ayudado a elegirlo.
Un inmenso y juguetón Golden Retriever se encontraba emocionado por la visita extraña a los pies de la puerta, Emma trató de calmarlo y abrió la puerta.
-Anton...-Sonrió-Hola.
-Hola-Concentró su mirada en el canino-¿Cooper?
-El mismo.
Se hincó y comenzó a mimarle. Emma sólo sostenía la puerta y sonreía ante el gesto.
-¿Pasarás?
-Si-Se volvió del suelo y observó el lugar.
Paredes blancas, una sala bastante acogedora color tinto, una cocina simple pero elegante con detalles grises, un jardín al fondo y un comedor que hacía contraste con lo anterior.
-¿Harás algo mañana?-Le preguntó dando la media vuelta.
Yacían en el recibidor y Emma estaba ligeramente recargada en un perchero negro justo a lado de la puerta.-Iré a llevar a Cooper al veterinario. Te lo dije el sábado en Tomorrowland.
-¡Cierto! ¿Y Hoy? Espero no sea ningún inconveniente.
-Ninguno-Se acercó y le tomó por el hombro, él alzó su mano y tomó la de ella.
-Tenía mucho que no lo hacía.
-¿Dos meses? Bah, es poco.
-¿Conociste a alguien?
-A nadie-Le miró a los ojos-Extraño esas caras graciosas Anton, ¿Aún las haces?
-Todos los días.
Emma caminó hacia las escaleras y al estar en el primer peldaño volteó a ver al joven.
-¿Qué esperas?
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Contigo [Anton Zaslavski/Zedd Fan Fic]
FanfictionEmma Bradford no era graciosa, mucho menos social. A sus veintitrés años tenía un trabajo que pocas podían haber conseguido. La vida da vueltas, alguna anticipadas, otras inesperadas. Y así como la última, conoció a su dolor de cabeza, su montaña ru...