Contigo [Anton Zaslavski/Zedd Fan Fic]

Oscuridad

-Tengo una serie de presentaciones este y los dos próximos meses. Estaré ocupado, y creo que serán tiempos de gran magnitud para mi. Al igual que los tuyos-Le dijo observándola a los ojos acostados en medio de la cama de la habitación de Emma.

-Debo asistir a unas cuantas presentaciones de una nueva temporada, y quiero involucrarme en la filantropía, creo que la siguiente semana.

-Bueno, podemos organizarnos y vernos de vez en cuando. Incluso podría mudarme aquí, a esta ciudad.

-¿Qué dices? No Anton no es necesario.

-A tus veinticuatro años no debes estar sola, necesitas a un hombre en casa.

Emma rió ante el comentario y volvió a sentir por décima vez los delgados labios del alemán encima de los suyos.

-Que bien se vieron las fotos que nos tomaron en el festival ¿Eh? Zedd tiene una relación con la modelo Emma Bradford. Que bien se escucha... Maldito Rukes, se lo agradeceré hasta la eternidad.

Esa tarde habían estado platicando. Emma le había platicado todo lo que vivió, experimentó, y se divirtió en su nueva profesión. Él la escuchaba atento, imaginando cada palabra. Sabía que llegaría lejos, y quería estar con ella en esos momentos. Estaría orgulloso, así como ella de él.

Era noche ahora, la luz nocturnal entraba delicadamente por el balcón de la habitación, y por la puerta entraba la luz de la planta baja. Emma estaba acostada, como lo había pasado casi en su totalidad, y Anton la abrazaba por la espalda. Su nariz y piel facial tocaban el cuello y cabello de la joven. Extrañaba sus perfumes dulces a la vez cítricos, su olor a vainilla en el cabello, su piel encima de la suya. Sus manos tocando las suyas.

Estaban despiertos, en silencio. Contemplando las siluetas de la oscuridad proyectadas sobre una luz artificial. Cooper estaba a sus pies, durmiendo.

Sus manos entrelazadas sobre el vientre de la americana, la respiración era el único sonido...y él no lo resistió más.

-Te amo Emma.

Se le congeló la piel.

Era el primero en mucho, mucho tiempo. Puede ser que el último se lo haya dicho alguna amiga, y ya no estaba acostumbrada a escucharlo, y menos con tanta sinceridad en una boca masculina.

Sólo tomó más con fuerza las manos y cerró los ojos. No podía hacer nada ahora, sólo sintió como en su estómago se formaban las famosas mariposas.

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