Malfoy y Lestrange

La primera risa

La primera risa

Si bien Lyra no fuera capaz de admitirlo, sus primeros días en la casa Lestrange no habían sido tan desagradables como hubiera imaginado.

Esa mañana, tras cambiar de libro en la biblioteca, siguió su nariz para terminar en el comedor, encontrándose con lo que cualquier persona calificaría como una tradicional escena familiar.

Ver a los hermanos y una mesa con abundante comida le pareció extraño, los últimos días había comido sola, con una mesa mucho más sencilla.

Se sentó como si nada y se preparó una bebida —¿Por fin consiguieron un elfo doméstico?

—Aún no ha sido posible —respondió calmado el castaño.

—¿Y cómo llegó esta comida aquí?

El más alto ironizó —Sabes que existe algo llamado magia, ¿no es así?

—Ya había olvidado lo amable que podías ser.

—¿Y por qué deberías olvidarlo?

—No me subestimen ¿Creen que no me doy cuenta de que dejan la casa cada cierto tiempo? Por un momento, me hartó tanto el silencio que pensé en desempolvar algunos cuadros para oír ruido.

—Yo no te lo recomendaría—afirmó su progenitor.

—¿Por qué?

—Hay una razón por la que los dejamos así, algunos de nuestros parientes pueden no ser tan amables como nosotros.

—En conclusión, dulzura, no te creas más lista de lo que en verdad eres.

Con una sonrisa falsa, la chica preguntó —¿Qué hicieron esta vez? ¿Torturar o matar?

Rodolphus, con una mirada seria, se dirigió a su hermano—Recuerda que dijiste que controlarías tu lengua.

—No recuerdo nada de eso —dijo el afectado levantando los hombros —. Hoy seré amable con mi sobrina —la miró directamente y con sarcasmo soltó —Tal vez torturamos a algunas personas como de tu edad, pero descuida, nadie se parecía mucho a ti.

Lyra rodó los ojos —Hay algo que aun no entiendo ¿Cuál de ustedes es el mayor?

—¿No es obvio? El casado, conmigo no hubo tiempo para obligarme a hacerlo.

—Por el bien de la humanidad, no tuviste descendencia.

—¿No hubieras querido más primos, no albinos, con quienes jugar?

—Yo creo entender a qué se refiere.

El rubio sonrió, movió su varita y acercó varios platos a la joven —Decidimos que mañana comenzará tu entrenamiento. Me olvidaré de todo e intentaré ser amable, si comes un poco, alguna vez debo verte alimentarte.

Lyra analizaba los platos cuando Rodolphus soltó —No comas eso —y tras dirigirle una mirada a su hermano cuestionó —Dime Rabastan ¿Qué estás tramando?

—¿Yo? En esto, soy completamente inocente.

—Conozco tus juegos ¿Qué le pusiste?

Indignado respondió —No la envenenaría. Si la quisiera muerta, ya lo estaría, no usaría algo que pudieras arreglar con un bezoar.

—Lo que sea que le pusiste, ¿no me matará?

—Pensé que merecías relajarte, al menos por hoy —se levantó y se posicionó junto a la joven —Prometo que yo comeré lo mismo después de que tú lo hagas.