Yo merezco más

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Yo merezco más

No sabía exactamente qué la impulsaba, pero ahí estaba.

El aire golpeaba su rostro.

El corazón le latía a gran velocidad y la adrenalina que corría por sus venas la hizo ignorar el hecho de que seguramente más de una rama la había lastimado.

Faltaba muy poco para Hogsmade y trataba de correr aún más rápido.

Y entonces los vio. Estaban a unos cuantos pies.

—¡Paren! —gritó desde su corazón con el poco aliento que le quedaba.

Rodolphus pareció escucharla, pues se detuvo y volvió la cabeza.

—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó con seriedad cuando llegó a su ubicación.

Respiró agitada. Necesitaba recobrar el aliento.

—Dulzura, tú no estás incluida en el plan de escape.

—Ya no debería sorprenderme.

Ambos la miraron ansiosos.

No quedaba mucho tiempo.

—Ya no soy una bebé. Yo merezco más. Me he ganado algo más que ustedes desapareciendo. Al menos merezco un adiós.

Rodolphus pareció reflexionar, mientras Rabastan soltó con una risa socarrona —Si eso hará que te dejes de quejar.

El rubio le hizo un gesto con la mano indicándole que se acercara.

Cuando se encontraron frente a frente, la abrazó.

Lyra le correspondió el gesto, al mismo tiempo que una sensación de nostalgia se extendía por su cuerpo.

—Ni se te ocurra llorar, no te ves nada bien cuando lo haces.

—Idiota —respondió en un susurro.

El ojiazul continuó —Solo fuiste molesta 9 de las 10 veces que te lo dije, esa otra solo fue por diversión. Cuídate y dile a ese niño que mi amenaza sigue en pie.

Ella se separó —¿De qué amenaza hablas?

—Pierde su gracia si tú lo sabes.

—Tienes tanta suerte de que no tenga mi varita.

—¿Qué le pasó? —preguntó su progenitor.

—Es una historia graciosa, se rompió después de que un gigante casi me matara. Tuve una noche... interesante.

Un encapuchado pasó corriendo cerca a ellos para desaparecer.

Lyra miró a su progenitor —No quiero que los capturen.

El tiempo se acababa.

— No sé qué harían sin mí —bufó Rabastan empujando ligeramente a la muchacha.

La sensación de abrazar a Rodolphus era diferente.

No era como abrazar a Rabastan, a Draco, a Theo o a algún amigo.

¿Era como abrazar a Lucius Malfoy?

No, era algo nuevo, pero en verdad le gustaba cómo se sentía.

Sin soltarlo, afirmó lo primero que pasó por su mente —Lamento tu pérdida.

—Lo importante es que estás bien. Nada más importa.

No sabía que responder.

No, no era momento de llorar.

Solo sabía que le hubiera gustado que durara más, pero él tiempo no parecía ser su amigo.

Malfoy y LestrangeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora