Un nuevo mundo

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Un nuevo mundo

Se respiraba un ambiente de tensión.

La incertidumbre era palpable. Como si el aire y la tierra supieran lo que se estaba viviendo.

¿Qué sucedía fuera del castillo? ¿Quién era el ganador?

El único de los tres que aún conservaba su varita, realizaba un hechizo para envolver su pierna en un vendaje.

—¿Seguro que estás bien?

El ojiazul sonrió tomando su mano —No es nada, pudo ser peor.

—Podemos ir al Gran Comedor si lo necesitas, allí encontraríamos a alguien que pueda terminar de curarte.

—Tú eres la que no quiere regresar ahí.

—No es nuestro lugar, pero podría ir por ti.

—Estaré bien.

Draco miraba con seriedad el horizonte, los slytherin habían permanecido unos pisos arriba, el muro junto a ellos tenía una gran apertura desde donde podía verse el exterior.

Lyra le dirigió una mirada de consuelo, ella sabía que dentro de su hermano se estaba lidiando desde hace mucho tiempo una pelea sobre lo que creía correcto.

—No debes sentirte mal por desear que Potter lo venza.

Theo se tensó.

Ella continuó —No vale la pena luchar o morir por él, es un monstruo y lo sabes.

Draco quitó su vista del exterior —Ese golpe te sacudió el cerebro.

Sus pupilas grises se encontraron.

—Mírame a los ojos, dime que te encanta el mundo en el que estamos viviendo y que estas muy orgulloso de todo lo que te ha obligado a hacer.

—Nada de lo que diga va a regresar al mundo a lo que era —afirmó apuntando hacia el Bosque Prohibido.

Con vítores, el Señor Tenebroso y sus aliados aparecieron.

Solo una persona en el grupo soltaba gruesas lágrimas. El semigigante amigo del antiguo director, quien cargaba un cuerpo.

Los tres slytherin se acomodaron para mirar su llegada sin ser vistos.

La voz mágicamente amplificada del Señor Tenebroso resonó —Harry Potter está muerto, les traigo su cuerpo como prueba. Mientras ustedes se sacrificaban, su héroe escapaba como un cobarde. Mis fuerzas los superan en número, la guerra debe terminar. Salgan del castillo, arrodíllense ante mí y serán absueltos junto con sus familias; pongan resistencia y todos serán masacrados.

Los sobrevivientes salieron del castillo y comenzaron a escucharse gritos de pena.

Nunca se hubiera imaginado que la jefa de Gryffindor pudiera gritar con tanta desesperación.

La risa de Bellatrix se hizo más sonora, vanagloriándose por su pena.

—¡No!

—¡No!

—¡Harry! ¡No!

Insultos y gritos no dejaban de escucharse.

—Nosotros no tendremos que arrodillarnos, ¿verdad? —soltó un preocupado Theo.

—No, no. No hemos hecho nada malo.

La chica solo los miraba.

El cadáver fue colocado a los pies del hombre, quien llevaba su serpiente en los hombros.

Malfoy y LestrangeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora