Malfoy y Lestrange

Esa noche

Esa noche

Pese a sus intentos y la poción que había ingerido, el dolor de cabeza causado por las intromisiones en su mente no se había desvanecido.

Si así terminaba la primera sesión, no quería saber que le esperaba en un futuro.

Rodolphus le había permitido ir a descansar, después de presentar un avance, no sin antes recordarle que debía practicar en su tiempo libre.

La joven slytherin estaba recostada con los ojos cerrados, cuando un llamado a la puerta la obligó a salir de la cama.

—¿Qué quieres? —cuestionó molesta al ver que se trataba de Rabastan.

—¿No vas a decirme que aún estás enojada? Sé que es un concepto raro para ti, pero intenta madurar.

—¿Ya te han dicho que eres insoportable?

— Sí, tú misma, varias veces.

—Pues ya deberías tenerlo claro.

—Créeme, es una característica familiar. Ya sabes lo que dicen, las escamas no caen lejos del dragón.

—¿Me dirás qué haces aquí o solo tocas puertas por deporte?

—Necesito que vengas conmigo.

—No.

—Considéralo una orden.

—Yo no quiero entrenar contigo ¿Dónde está tu hermano?

—Tenía una misión y me dejó de niñero.

—Eso no significa que vaya a obedecerte.

—Haces muy difícil esto de disculparse.

—¿Algo de lo que dijiste fue una disculpa?

—Deberías mejorar tu comprensión —señaló el pasillo y en un tono decidido, anunció —Ahora sígueme, te conviene.

Lyra cruzó los brazos con una sonrisa de superioridad —Lo haré, si me pides perdón como se debe.

—¿Estás segura de que no podría considerarte una traidora de sangre? ¿Qué tu novio es un sangre sucia o algo peor?

—Me sigues insultando, cuando deberías estar pidiendo perdón.

—Aún podría matarte y decir que lo eras. Todo sea por mantener la pureza de mi familia.

—Si quisieras que eso pase, ya estaría muerta. Ahora vamos, quiero escucharlo.

—Eso no pasará, dulzura.

—Entonces no iré contigo.

—Yo lo haría, si fuera tú. Lo que te mostraré vale por mil disculpas vacías.

—¿Mostrarme?

—En compensación a tu rabieta, te daré acceso a mi mente.

—¿Y se supone que debo creerte? Sé que puedes modificar tus recuerdos.

—Estoy en deuda con tu padre —al ver el gesto de la joven, agregó —No me corregiré, sabes perfectamente a quien me refiero.

—¿Y por qué debería confiar en ti?

—Es tu decisión, pero no volveré a darte esa oportunidad.

La chica suspiró dando un paso hacia adelante —Más te vale que valga la pena, no quiero trucos.

Lyra caminaba tras Rabastan, deseando no haber tomado la decisión equivocada. El rubio era mucho más alto por lo que tenía que acelerar para seguir su paso.