28

1.7K 142 99
                                    

Me coloco mis pantalones hasta arriba de la cintura con calma

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me coloco mis pantalones hasta arriba de la cintura con calma. Me miro de perfil para apreciar el ligero y casi invisible cambio en mi cuerpo. Coloco mis manos sobre mi vientre y sonrío sin poder evitarlo al saber que dentro de seis meses tendré a un hermoso bebé entre mis brazos. Solamente falta un mes más para poder saber cuál es el sexo de la hermosa persona que crece dentro de mí cada día más.

Después de ponerme el suéter azul claro de mi enamorado con el simpático logo del superhéroe que tanto ama, prenda que me queda diez veces más grande, tomo mi mochila y me la coloco sobre los hombros. Salgo de mi diminuto y confortable estudio poniendo mi mejor sonrisa en el rostro cuando el señor Pucho, un hombre de unos sesenta años que vive en el apartamento de al lado, me saluda con amabilidad.

—Señorita, Kaia Thalía —dice, tomando mi mano. Aprecio su tez morena, y confirmo que el señor ha tenido que ser guapo en sus días jóvenes. Se acomoda sus gafas —. Usted tan hermosa como siempre.

—Muchas gracias —río sonrojada —. Es usted un hombre demasiado amable.

—Solo soy sincero con lo que veo —responde, ofreciéndome una sonrisa —. ¿Va a su control?

—Sí —respondo llevando mis manos a mi vientre.

—Oh, no sabes lo linda que se te ve con tu embarazo —me halaga otra vez.

Me hace recordar a mi abuelo, debido a que desde que he llegado al edificio no ha dejado de consentirme con caramelos o diferentes postres que prepara en sus tardes. El señor Pucho no tuvo hijos con su esposa, quien falleció hace ya unos cinco años, debido a que ella era estéril. Nunca decidieron adoptar debido a que no tenían los recursos necesarios. Hoy en día, se lamenta de no haberlo hecho, debido a que, ¿quién hubiera dicho que su amor por la repostería le llevaría a tener su propio negocio?

—Ay, señor Pucho. Todavía no se nota —bromeo, sacándole varias risas.

—Créeme, se te ve diferente —replica, dándome un golpecito en el hombro —. Tienes un brillo en los ojos más especial. El padre de tu bebé debe de estar muy emocionado.

—Lo está —confieso, mordiendo mi labio inferior —. Alek se encuentra muy emocionado por la llegada del bebé.

—¿Cuándo piensa decirle a sus padres? —pregunta.

Muerdo mi labio inferior ante la pregunta, debido a que es una que ha merodeado por mi cabeza en estos dos meses. Han pasado tantas cosas en mi vida en tan poco tiempo que no me he permitido pensar en lo que sucederá cuando les diga a mis padres que estoy embarazada. Por más que Alek se ha ofrecido como acompañante para decirles a ellos que él es el padre de mi hijo, no puedo permitirle tomar un papel que no es suyo. Simplemente no puedo.

Hace dos meses me mudé de la casa de Alek a un pequeño estudio en medio de un edificio en una zona agradable cerca al acuario en el que trabajo. Tuve que dejar mis clases de ballet para ponerme a trabajar más. Con las clases en la universidad, el trabajo de camarera en el café y mis horas diarias en el acuario, mi cuerpo no tiene ningún tipo de descanso.

Pasando Límites ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora