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Los malditos celos son un sentimiento que juré nunca sentir debido a que no me iba a permitir amar a alguien en toda mi vida, porque sé que el amor es una simple superstición que te hace ser débil, derrotado

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Los malditos celos son un sentimiento que juré nunca sentir debido a que no me iba a permitir amar a alguien en toda mi vida, porque sé que el amor es una simple superstición que te hace ser débil, derrotado. La vida es una jodida perra que tarde o temprano te arrebata a esa persona que tanto amabas para dejarte hecho pedazos de la misma manera en que me arrebató a mi madre.

Pero no puedo evitar sentir infinitos celos al verla a ella al lado de él. Luce tan cómoda a su lado y tan llena de amor por su persona. Me corto los huevos antes de permitir que ella siquiera lo ame. Ver la manera en que Thalía parece desear estar a su lado a cada momento del día, a cada segundo que existe, me enferma. Me hace ver todo de ese color rojo con el que estoy demasiado familiarizado. Saber que es él quien puede tener sus brazos alrededor de su cuerpo, sentirla contra su pecho y poder saborear sus labios sobre los suyos, hace que quiera estrellar mi puño en su rostro. Ese hijo de puta no se la merece. Nunca lo hará.

Sobre mi jodido cadáver ella se va a quedar a su lado.

Me encuentro a mí mismo muriendo por dentro al no ubicar una manera de alejarla ahora mismo. Por un momento quiero mandar todo este ridículo circo a la muerda y tomarla de la muñeca para sacarnos de esta casa. Pero eso solo conseguiría que ella me odie mucho más de lo que ya lo hace. No sólo eso. Sería mucho más difícil convencerla de regresar conmigo por su propia voluntad. Quiero dejarle la oportunidad de escoger a pesar de que no tengo la mejor paciencia del mundo.

Joder, aunque dijera que no, de todas formas, terminaría en mi hogar le guste o no.

Por primera vez en mi vida quiero ser alguien más, tener la piel de otra persona. Deseo ser él sólo para así poder tenerla a mi lado, libre de cualquier perjuicio o deber. Parezco un maldito vagabundo rogando por tener la mísera oportunidad de besarla, de decirle con solamente mirarla que provoca que quiera ser una mejor persona.

¿Qué mierdas me ha hecho?

Le pregunta si puede ir al baño a la niña rusa entre mis brazos, a lo que ella asiente preguntándole si se encuentra bien. Aprecio su rostro llenarse de una falsa sonrisa, la cual no pierde mientras camina hacia las escaleras para subir a la habitación de la rubia. Es probablemente la única oportunidad que tendré de decirle que la quiero de regreso a mi lado, de abrirme con ella de una buena vez por todas. El último chance de salvar lo que sea que tenemos y lo que sea que siento por ella.

—Gia, tengo que hacer una llamada —le miento —. ¿Podré usar la oficina de tu padre?

—Sí, está en el segundo piso al lado de la habitación de Liam —responde con confianza.

Siento los ojos del puto de Alek sobre mí cuando camino hacia las escaleras, pero me importa muy poco en lo absoluto. Si pudiera sacárselos con mis propios dedos, lo haría en menos de lo que él puede parpadear. Pero tengo una maldita promesa que me lo impide. Me encuentro a mí mismo lleno de rabia al pensar en ella a su lado otra vez, y soy tan malditamente egoísta que no quiero que Thalía sea feliz con nadie más que no sea yo. Solo yo.

Pasando Límites ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora