Mis ojos no pueden dejar de recorrer cada una de sus curvas, en como su cuerpo parece un exquisito laberinto del cual no quiero salir jamás. ¿Por qué querer encontrado el punto de salida cuando puedo quedarme a disfrutar de lo maravilloso que es tener su piel contra la mía? Sus labios son demasiado carnosos, deliciosos, y las ganas de morderlos todo el tiempo nace en mí, creando llamas intensas por todo mi organismo.
Me dedico a besar cada uno de los rincones de piel que me son expuestos, tratando de memorizar perfectamente qué lugares le hacen jadear, suspirar y gemir. La respiración se le corta cada vez que siente mis labios en su manzana, tocando la suave piel de su cuello, por lo que decido succionar el espacio lentamente provocando que sus manos corran a mi cabello.
Lleva sus manos al borde de mi camiseta, y capta la indirecta de inmediato. Me la quito revelándole mi torso, el cual admira con cautela. Sus dedos admiran los costados, los cuales tienen las ligeras puntas de las raíces del árbol caído que ocupa toda mi espalda. No le doy más segundos, junto mis labios con los suyos sin perder el tiempo.
—¿Por qué tienes mucha ropa? —pregunta.
—¿Curiosa de ver lo que hay debajo de ella? —replico, dándole un mordisco a su labio inferior.
—No creo que sea nada interesante.
Río ronco ante su divertida respuesta, a lo que desabotono mis pantalones, los cuales estaban siendo demasiado incómodos gracias a la gran presión que mi erección ejerce dentro de ellos. Joder, todas las cosas que quiero hacerle. Quiero meterme sus pezones en la boca de nuevo. Pero, por el momento solamente quiero conformarme con tener una pizca de lo que puedo causar en su cuerpo.
Thalía no encuentra palabras cuando bajo mis besos por su vientre, mi labio inferior acaricia el comienzo de sus bragas negras. La prenda me incómoda demasiado, y las ganas de arrancársela y hacerla pedazos nacen en mí. Me toma toda la fuerza de voluntad que poseo para no hacerlo, debido a que no quiero dar ese paso de observar su intimidad por el momento.
Empiezo a depositar besos en sus apetitosos muslos, subo poco a poco hasta tenerla hecha un manojo de nervios entre mis manos. Su respiración es acelerada, su pecho sube y baja con fuerza. Joder, olvido por completo no querer ver su intimidad. No cuando desprende un aroma tan llamativo. Acerco la nariz a su zona más privada, teniendo las ganas de meter la lengua. Quiero morderle el clítoris hasta escucharla llorar de placer. Pero me retengo, porque prefiero obtener todo de ella en pequeños trozos que no obtener nada en general. Me deleito al verla retorcerse, queriendo cerrar los muslos. Está demasiado húmeda.
—Estás empapada, joder —gruño.
Al verla nerviosa, vuelvo a incorporarme colocándola sobre mí. Las finas telas de nuestra ropa interior no son lo suficiente para cubrir su humedad. Gime cuando muevo las caderas apropósito, colocando presión en ese punto especial que requiere de mi atención. Quiere que la folle, eso lo sé a la perfección por la forma en que sus ojos grises me observan.
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Pasando Límites ©
RomanceUriah Sokolov nunca ha tenido piedad, con nada ni con nadie. Siendo capaz de obtener todo lo que quiere con tan solo parpadear, ha dejado de buscar el verdadero placer que provoca ser feliz. En su lugar, su sed por la venganza es lo único que se apo...