Se siente demasiado frágil e inocente entre mis brazos. Es el ser de luz más preciado y hermoso que he podido ver. Rozo su rostro con mis dedos con la intención de poder acariciarlo a pesar del miedo que tengo dentro de mi pecho ante la idea de hacerle daño. Nunca quiero que esté lejos de mí, jamás. Se ha vuelto una parte crucial de mi vida. Mucho más importante que el oxígeno, mucho más necesario que cualquier otra partícula del universo.
Tiene la misma forma de mis ojos, y mi nariz. Pero tiene los labios delgados, como los de su mamá. Se encuentra dormido plácidamente entre mis brazos, abrigado entre las suaves mantas tejidas a mano por mi madre. Estuvo inquieto entre los brazos de los demás hasta que regresó a los míos. Ese pequeño gesto me hace sentir especial. Me hace sentir mucho más importante de lo que debería.
Lo dejo sobre el moisés al lado de mi cama cuando aprecio a Kaia Thalía moverse. Ha estado descansando entre tiempo y tiempo. Aphrodite me ha ayudado a levantarla por lo mismo que tiene que dar de lactar. La madre de mi bebé se incorpora lentamente y mira a su alrededor en busca de nuestro hijo. Quiero reír al ver cómo su rostro se relaja al verlo a su lado.
Pongo mi mano sobre la suya.
—¿Te sientes mejor? —pregunto.
—Sí —responde, demasiado seca para mi gusto.
—¿Segura? ¿No quieres que traiga algo...?
—No, ya descansé lo suficiente —me interrumpe. Parpadeo al ver las ganas que tiene de levantarse de la cama —. Iré a alistar mis maletas.
—¿Qué? —la palabra sale ahogada de mis labios —. No puedes hacer eso.
—¿No puedo hacer qué? —ladra. Sus ojos grises me miran con rabia —. Tú mismo me dijiste que querías que me fuera. No pienses que me quedaré aquí después de que me echaste y me dijiste todas esas cosas horribles.
—Pensé que había quedado clara la razón por la que lo hice —insisto.
No puede irse. No, me niego. Sé que eso es lo que dije antes de que Kuriah naciera, pero fue porque pensé que es la mejor decisión. Todavía lo pienso. Sé que estaría más segura si estuviera lejos de mí, pero es demasiado tarde para tomar esa salida ahora. No cuando mi hijo acaba de nacer y ya lo tuve entre mis brazos. No puedo dejarlo ir. No cuando me siento tan en paz con tan solo verlo.
—No te he preguntado tu opinión —me recuerda —. He dicho que me voy a ir ahora mismo, y eso es lo que haré.
—No —digo firme —. No te vas a ir a ningún lado. Acabas de dar a luz.
—Estoy bien.
—El doctor te dijo muy bien que Kuriah todavía no puede salir de casa —le recuerdo —. Te recuerdo bien que dijo que tenemos mucha suerte de que esté sano.
—Bueno, la próxima vez lo pensarás dos veces antes de hablarle de esa forma a una mujer que está embarazada —dice con sarcasmo.
Intenta levantarse, pero una mueca de dolor se le escapa de los labios. Pongo mis manos en sus hombros para evitar que continúe moviéndose. Sube la mirada, y puedo ver el claro cansancio en su rostro. Está agotada, a pesar de que según ella ha dormido lo suficiente. Es mentira. Ella no sabe cómo engañarme, nunca lo ha hecho.
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Pasando Límites ©
RomanceUriah Sokolov nunca ha tenido piedad, con nada ni con nadie. Siendo capaz de obtener todo lo que quiere con tan solo parpadear, ha dejado de buscar el verdadero placer que provoca ser feliz. En su lugar, su sed por la venganza es lo único que se apo...