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Su cuerpo es delicado, aquello lo aprecio cuando me despierto a las dos la madrugada debido al temblor de su organismo gracias a tener las ventanas abiertas

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Su cuerpo es delicado, aquello lo aprecio cuando me despierto a las dos la madrugada debido al temblor de su organismo gracias a tener las ventanas abiertas. Se sacude contra mí, busca absorber calor de cualquier lado. Trata de conseguirlo de mi cuerpo al pegarse contra mí. Ruedo los ojos por lo irritable que es y la rodeo con mis brazos. Trato de tenerla cien por ciento contra mí para hacer que deje de temblar. Su espalda se pega contra mi pecho, a lo que paso mi brazo izquierdo debajo de su cabeza para que lo use como almohada.

Esta noche es una de las pocas que quiero dormir y ella solamente no deja de moverse. Puta vida.

Responde perfectamente, su cuerpo se acurruca más contra mí. Sus piernas se entrelazan con las mías de la misma manera en que su mano derecha se junta con la mía. Nuestros dedos encajan en los del otro suavemente como las piezas perdidas de un largo rompecabezas que nunca terminamos de armar por cosas del destino. Aquello me hace querer soltarla, ya que me parece demasiado meloso, incluso para ella. Jodida mierda.

Escondo mi rostro en el hueco de su cuello al no encontrar otra posición que sea cómoda, no cuando ella me aprieta como si fuese un puto oso panda. Inhalo el aroma que desprende, y me sorprendo a mí mismo cuando me acerco más a ella si es posible para continuar absorbiendo el olor. Huele a vainilla.

Eso ha de ser una jodida pista de cómo ha de ser el sexo con ella.

Cuando llegué con ella entre mis brazos, decir que el jodido de Dimitri abrió los ojos más sorprendido que enojado es poco para describir su reacción. Creo que nunca lo he visto tan anonadado al viejo. La última vez que lo vi tener esa expresión fue cuando Aphrodite bajó las escaleras cuando tenía trece años para mostrarle que acababa de llegarle el período por primera vez.

Pensó que estaba herida, necesitada de un médico. Pero, después de las explicaciones de mi hermana menor, me permitió llevarla a mi habitación con calma. La insoportable de tía Natasha empezó a hacer todo un escándalo diciendo que no era seguro tener gente extraña en la casa, pero fue callada por mi madre con simples miradas. Me sorprendió ver a Roxanne ayudar a Thalía, se aseguró que estaba bien antes de dejarla dormir plenamente.

Mi padre, por el otro lado, la observó por varios minutos ladeando la cabeza. Por un momento quise preguntarle si le vio cara de un puto espejo, pero me retuve al ver como por una milésima de segundo tuvo la intención de acariciar su rostro. Aquello no sucede a menudo. Las únicas personas que Dimitri toca son Roxanne y mi hermana.

Sé cada uno de los pensamientos que pasaron por esa malditamente retorcida mente que mi donador de esperma tiene. Estuve esperando por unos cuantos minutos para que me reprochase y así pudiese mandarlo directo a la mierda, pero solo se le quedó mirando un rato más a la castaña antes de salir de mi habitación sin decirme ni una sola palabra.

No solo me deja sus putos gérmenes en mi cama, también me deja la maldita curiosidad de saber qué tanto rollo con la emperatriz.

Aphrodite le dejó ropa para dormir y para más tarde, pero ni cojudo le daría el pijama. No cuando quiero verla utilizando mi camiseta para apreciar su anatomía. Joder, vaya que tenía razón sobre sus proporciones. Sus piernas desnudas provocan que miles de pensamientos impuros recorran mi pervertida mente, y una sonrisa se posa en mis labios al poder oler mi aroma mezclándose poco a poco con el suyo.

Pasando Límites ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora