—Creo que ya está listo.
Dimitri sonríe con verdadera ilusión en los ojos cuando admira el resultado final de la habitación de su futuro nieto. Después de varias idas y venidas, pudimos decidir entre el color perfecto para ambos. A ninguno nos convencía la mayoría de tonalidades en la paleta de colores que nos mostraron los chicos junto a Aphrodite. Pero unos cuantos debates más, y nos escogimos por el color más básico y por el que debimos empezar.
Celeste.
Es un color neutral debido a que no sabemos cuál es el sexo del bebé. Me duele la cabeza de tan solo pensar que acepté no saber el género, pero ese pensamiento rápidamente desaparece al recordar que lo hice con la motivación de darle una sorpresa a Uriah. Un pequeño regalo que lo haga sonreír después de todos estos meses en los que ha estado sufriendo demasiado.
No come, no bebe, no duerme como antes. Se levanta a mitad de la noche desesperado y cuesta tranquilizarlo cuando empieza a preguntar sin cesar sobre dónde está. Es como si su cabeza le hiciera sentir hasta lo más profundo de su ser que lo que sueña es la realidad, y le toma muchos minutos darse cuenta que todo es producto de su imaginación.
Pero pintar lo ayuda. Le gusta el olor que emana y le he visto sonreír por pura casualidad cuando su padre le comentó que sería demasiado gracioso si terminamos cambiando de color el cuarto si al final vemos que no era la mejor idea. Mi mirada se centra en él deslizando la brocha por la pared y llenándola de color cielo.
—Podríamos dibujar unas nubes.
Todos en el cuarto nos quedamos callados al escucharlo hablar.
Es la primera vez que habla en voz alta desde el fallecimiento de Alek hace meses.
—Sí, quiero nubes —murmura. Gira el rostro para hacer que mis ojos y los suyos se conecten —. ¿Podemos pintarlas?
Tengo que retener el nudo que se forma en mi garganta gracias a la emoción que me provoca escucharlo.
—Sí, claro que sí —le aseguro.
Me acerco a él lo más rápido que mi abultado vientre me permite para poder juntar mis labios con los suyos en un corto beso. Su respiración se tranquiliza, y las mejillas se me tiñen de rosado al apreciar que poco a poco el hombre que me enamoró por la hermosa persona que tiene escondida está volviendo a encontrar la manera de encajar las piezas de su rompecabezas. Uriah roza su nariz con la mía.
—¿Segura? ¿O quieres pintar otra cosa?
—No, las nubes me parecen una muy buena idea —afirmo sin dudarlo —. No lo había pensado. ¿Ves que tienes toda una imaginación asombrosa cuando quieres?
Sus labios se curvan en una pequeña sonrisa.
—Bueno, entonces iré por las latas de pintura blanca para las nubes —anuncia Logan —. ¿Quieren que traiga otro color que no tenemos aquí?
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Pasando Límites ©
RomanceUriah Sokolov nunca ha tenido piedad, con nada ni con nadie. Siendo capaz de obtener todo lo que quiere con tan solo parpadear, ha dejado de buscar el verdadero placer que provoca ser feliz. En su lugar, su sed por la venganza es lo único que se apo...