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Tengo tantas ganas de verle la cara a los Ivanov como tengo de conversar con el puto imbécil de Caín Boneta

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Tengo tantas ganas de verle la cara a los Ivanov como tengo de conversar con el puto imbécil de Caín Boneta. Suficiente he tenido el día de hoy con ellos, mucho más después de lo que le hicieron a Kaia Thalía al entrar a su casa y romper las ventanas esta mañana solo para asustarla. Sé que Marina sabe mucho mejor que tentar su suerte para llevarse a mi hijo solo por ganas de joder, ya que sería tenerme en su puerta. Le hubiera arrancado la cabeza si hubiera puesto las manos sobre mi crío.

He tenido suficiente este año como para tener otro problema más del que preocuparme. Pensar en que mi hijo cumple un jodido año todavía me toma por sorpresa. He sido padre por 365 días. He mantenido vivo a un niño por más de 8,760 horas y 31,536,000 segundos. Algo que muchas personas creían imposible, pero que terminó siendo cierto.

Lamentablemente no importa eso, Kaia Thalía parece no querer ceder a regresar a casa por más que lo intenté. Hace un año estábamos demasiado bien, no entiendo qué mierda pasó. Los dos estábamos unidos, juntos, más fuertes que antes gracias a la llegada de nuestro hijo. Pero todo eso se ha ido a la basura en un abrir y cerrar de ojos. Por más que hemos intentado mantenernos a flote, parece que cada cosa que hacemos solo consigue hundirnos más.

Admito que soy yo quien tiene la gran parte de la culpa de que ella se haya ido de la casa hace unos meses. Sé que no soy la persona más razonable la mayoría del tiempo, y sé cuando cometo errores, especialmente cuando viene a mi familia. Puede que sí, he sido demasiado sobreprotector cuando viene a mi hijo o a ella. Todavía no le veo nada de malo querer estar con ellos las veinticuatro horas del día, no le veo nada de malo querer estar presente cada vez que ella quiere salir. No me gusta que ella esté sola con mi hijo sin mi compañía, no me hará cambiar de opinión en eso por más que me diga que soy un egoísta.

No es ser egoísta.

Va mucho más allá de eso, pero ella no lo ve por sus ganas de estar en lo correcto.

Mi padre es la única persona que parece entender, debido a que todos están del lado de ella inconscientemente. Mis primos insisten que ella regresará a casa cuando le diga que tendrá toda la libertad del mundo para entrar y salir de la residencia con Kuriah Thalek, pero no me puedo forzar a mentirle de esa forma cuando sé muy bien que no va a suceder. No le estoy prohibiendo salir, solo le estoy pidiendo que si lo hace, me diga con anticipación para yo poder ir con ella.

La única vez que mi padre no estuvo conmigo y con mi madre, ella murió.

No pienso perderla, mucho menos ver a Kuriah tener que experimentar lo mismo que yo.

Pero es noche de cacería, y todos los niños de los clanes tienen que juntarse para poder recibir sus títulos oficiales. Guerreros, sanadores, cazadores, o hombres especialmente entrenados para el líder. Keenan se mueve inquieto al lado de Matthew y Sasha mientras los demás clanes empiezan a llegar a la residencia junto a los otros niños que también participarán en la cacería.

Pasando Límites ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora