retourner au passé 1 ;

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retour d'une danseuseretorno de un bailarínamor por el baile y por quien lo comparte

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retour d'une danseuse
retorno de un bailarín
amor por el baile y por quien lo comparte

Un, dos y tres. Otro paso a la izquierda, luego un giro y tocó el suelo nuevamente olvidando los pasos. Por enésima vez, no lograba acoplarse a la nueva coreografía. Su profesora antes de marcharse le miraba con esperanzas, pero había un destello de decepción en su mirada al mirar a los otros alumnos quejarse. Otras miradas juzgaban su desempeño y voces criticaban su aspecto. Él solo se encogía más en su sitio al notar la pesadez del entorno. Lo había hecho mal y no quería.

—El obeso se ha equivocado —soltó aquella voz que resonaba cada jueves en la tarde, Yuna—. No te queremos, vete.

Sus ojos se habían cristalizado de un momento a otro. Su respiración comenzó a tornarse irregular y los espacios inmensos se achicaban. Sin saber que hacer o que decir, sus piernas comenzaron a temblar.  A pesar de ser años de que todo fuese igual, no podía acabar con el miedo que emanaba en su interior.

Él notó al chico más fornido de clase acercarse, estaba a tan sólo unos pasos de distancia que sintió el miedo llenar su órbita.

—Tienes un rostro tan etéreo, querido gordo —soltó acariciando con sus dedos—. Me dan ganas de querer acariciarlo —comenzó a bajar por las mejillas húmedas del menor—. A golpes —dijo propinándole un golpeo hueco en sus mejillas que hizo que cayese.

Las risas se escuchan por todo el estudio. Los abucheos, las críticas, las hirientes palabras de sus compañeros llenaban los espacios vacíos. Como pudo, salió corriendo como si su vida dependiese de ello. Llovía. Las gotas empañaban sus lentes y hacia el camino borroso junto aquellas lágrimas de dolor que brotaba su alma. Estaba cansado.

Agotado. Hastiado. No tenía más ganas de continuar. No tenía nada por lo que continuar. Lo único que tenía, se lo querían quitar por solo tener un cuerpo que él no desea tener. Que, si fuese por él, hubiera perfeccionado todo aquello que lo hace mísero. Que lo hace infeliz. Porque él no se ama así mismo. Optó por llamar a alguien, aunque sabía que no era la mejor idea.

—¿Mamá? —dijo con voz rota.

«¿Qué quieres? Estaba rezando y no me gusta que me interrumpas.»

—¿Podrías venir? No quiero estar en la academia, no me siento bien.

«No pagamos esa perdida de tiempo en vano para que vengas con tus lágrimas de desviado a rogarme. Nadie irá por ti, tengo que ir a la iglesia, porque si no voy estaría fallándole a nuestro señor padre. Endereza tu camino y no me llames para idioteces.»

Las lágrimas bajaban solas por su rostro. La impotencia comenzaba a apoderarse y mezclarse con su ansiedad. Sus padres no lo aceptaban, jamás lo harían. Estuvieron años intentando tener un primogénito, pero no cualquiera, uno perfecto que siguiese los pasos de Dios y los regímenes de la sociedad. Al nacer, todas las expectativas de los allegados fueron demasiadas desde el principio y al crecer, su peso siempre fue un problema. Soportando miradas de exclusión, viendo como las personas de la iglesia lo miraban como un fenómeno, todo durante años. Jimin desde joven intentó ser el ejemplo, alguien del que nadie se pudiese decepcionar, pero jamás lo logró. Mucho menos cuando sus padres se enteraron de sus gustos desviados, comenzando con el baile. Jimin no quería ir a escuela de pintura, ni al deporte, él quería danzar.

i'm not her || hopemin || {EDITÁNDOSE} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora