Departamento de Elena, Silicon Valley.
—No juegues — exclamó Hope, gesticulando sorpresa — ¿En serio te acostaste con Todd?
—Si — contesté —. Pero ese no es el punto, Hope.
—SI lo sé, Leon tocó la puerta y casi se pelean, pero... ¿Qué tal estuvo Todd?
—Estuvo genial. Fue muy... —enarqué la ceja — ¡Hope! ¡Concéntrate en el problema!
Hope echó a reír.
—¡Está bien! — bramó entre risas —. Ya, ya... perdón.
—Gracias, Hope.
—Creo que Leon no debió tocar tu puerta, para empezar.
El comentario de Hope despertó poderosamente mi atención.
—¿A qué te refieres?
—¡Piensa! — se llevó los dedos las sienes —. ¿Qué clase de vecino toca la puerta de su otro vecino solo para decirle que escuchó que gemías como cerda?
—¡Hope! — grité, enojada — ¡No gemí como cerda! Espero...
—¿Cómo Hiena?
—¿En serio, hermana?
—Perdóname — rio —. Te decía; a mí me huele a que su hijo ni siquiera se percató de nada...
—¿De qué hablas? — interrumpí.
—¡Elena! Déjame terminar — hubo un breve silencio. Después, gesticuló una mirada entre pícara y burlesca —. ¡Leon esta celoso!
Abrí los ojos y la boca, obscenamente.
—¿Qué? — dije, tratando de fingir que no escuche.
—¿Estas sorda, acaso? ¡C-E-L-O-S-O! — deletreó — ¡CELOSO!
—Hope, somos adultos. Esas son cosas de niños, como tú.
—Ahora sí te conviene decir que ya casi llegas a los treinta, ¿Verdad?
—¡Tengo 25! Y tú 20, aun tienes mucho que aprender.
—Si, mejor me voy, antes de que me contagies la menopausia.
—¡HOPE! — exclamé.
—¡Es broma! — extendió los brazos —. Me iré a la Academia de Yoga. Namasté, hermanita
—Namasté-digo que no vuelvas a llamarme menopaúsica.
—Claro, anciana — recogió su bolso, se puso su chamarra de piel y salió por la puerta —. Piensa lo que te dije. Quizá seas crush de tu vecino y no lo sabes.
—¿Crush? — murmuré. En ese momento no sabía lo que significaba.
Pasaron apenas un par de segundos de que Hope abandonara el departamento, cuando gritó por los pasillos:
—¡Leon! ¡La anciana del numero 11 TE AMA!
—Hija de...
North Hill, Oakland. Mientras tanto.
Una camioneta Hummer negra, aparcó frente a una casa de elegante decoración burguesa en el vecindario más bonito de Oakland. El chofer bajó, solo para abrir la puerta trasera (es parte de su trabajo, en realidad).
—Hemos llegado, señorita — extendió su mano, ayudando a bajar a la chica, quien miraba la casa con ojos de asombro, como un niño visitando Disneyland.
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La Profecía de ARKADIA
Ciencia FicciónElena Glitter, historiadora de 25 años, residente de Silicon Valley, descubrirá que la historia de la humanidad no ocurrió como profesan los libros. Ella, junto a su hermanastra, se embarcarán en una épica odisea por descubrir los secretos de una a...