BATALLA DEL NILO

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El destello blanco y ensordecedor cegó la consciencia y la vista de Mystik de nuevo. Está vez el efecto duró unos segundos más que la vez del coliseo, y poco a poco iba recuperando, primero, la capacidad de escuchar. Sentía un poco de calor y el ambiente era denso y desesperante a pesar de que aún no veía nada. Lograba escuchar voces en la lejanía: gritos, llantos, gruñidos y gimoteos... al parecer estaba en medio de un campo de batalla, aunque no sería muy dificil de inferir sí tu escuchases lo que ella.

Como destello fugaz, su vista regresó en el momento más oportuno, pues estaba pisando la teja de una pequeña casa en medio de Alejandria, pero en otra época, la cual alguien como Elena Glitter no le costaría mucho tiempo averiguar.

—Fascinante — murmuró observando el panorama.

La bella ciudad que fundó, en su tiempo, Alejandro Magno, estaba siendo asediada; inmersa en conflicto. Había fuego en las calles, la noche era clara pero las negras nubes de humo lo tornaban todo más oscuro y violento. Por el tipo de vestimenta de los soldados, Mystik pudo reconocer el contexto histórico en el que se encontraba.

—¿Qué época es esa? — preguntó Peter.

Mystik tardó en responder, pero el característico turbante en forma de hongo de un bando y las armaduras con fuertes abdominales marcadas y tela roja del otro bando lo hicieron bastante bastante fácil de adivinar.

—Ptolemaicos contra romanos... — contestó Mystik —. Estamos en el 49 antes de la era común, si no me equivoco. En este punto Ptolomeo decidió atacar a las fuerzas romanas después de que su hermana, la hermosa Cleopatra, logrará concretar una alianza con Julio Cesar.

—Concretaron otras partes también, diría yo — agregó Leon.

—Bueno, en realidad fue Potino quien metió la cizaña en este asunto. Ptolomeo era como su perrito faldero.

—Sí, que interesante, pero, ¿Podemos concentrarnos en matar a esa reptiliana asquerosa? — intervinó Scarlett.

—Tal vez me cueste trabajo encontrarla con todo este humo. Iré por los tejados.

Mystik saltaba de tejado en tejado, observando cada calle y rincón de Alejandria, pero no había rastro de ningún reptil humanoide.

—Oye, Scar, ¿Se supone que hay un santuario... — su pregunta fue interrumpida por una flecha que cayó justo al lado de sus pies. Mystik se quedó inmóvil y miró a su alrededor, en busca de aquel "francotirador": había montones de arqueros ptolemaicos postrados en las inmediaciones de la ciudad.

—¿Qué haces ahí parada? ¡MUÉVETE! — gritó Leon, asustado.

Mystik no respondió a la alerta de Leon. Seguía a cada arquero con la mirada pero sin moverse de ahí, estando inmóvil como planta. Un blanco fácil. Los arqueros prepararon su próxima lluvia de flechas: tensaron sus arcos, contuvieron la respiración y, a los pocos segundos, dispararon alrededor de diez flechas al aire, todas con dirección a la hechicera, quien seguía ahí postrada. Trata de imaginar la cara de los ptolemaicos cuando vieron que las diez flechas se detuvieron en el aire a pocos centímetros de dar con la chica, pues Mystik había hecho otra jugada: atrapó todas las flechas con un campo repulsor, pero en lugar de arrojarlas, se las devolvió a sus remitentes.

Las diez flechas acertaron a sus diez dueños, pero en la muñeca, apenas cortándolos sin gravedad, pero haciéndoles soltar el arco por el dolor. Todos los soldados se arrodillaron asustados, lloriqueando y cubriéndose la nuca ante la magnitud de tal poder. 

—¿Por qué no los mataste? — preguntó Peter.

—No sabemos sí este portal es un viaje al pasado, una dimensión alterna, o una recreación. Sea cual sea el motivo de Zentella con estos agujeros, será mejor que Mystik no cambie nada del pasado — alegó la rojita.

La Profecía de ARKADIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora