Capítulo 29

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A la mañana siguiente...

Elena se despertó con abrupta agresividad, como si hubiese tenido una pesadilla, dio un grito ahogado y su corazón latía a mil por hora.

—Solo fue un sueño — murmuró con gran decepción.

Sin perder un minuto más; se incorporó, reposó la planta sus pies contra el suelo, se puso su traje de monje, seguido de su capa mágica. Estaba lista para patear Sombras de Arkadia. Bajó tranquilamente por las escaleras para toparse con Scarlett, quien estaba hablando con alguien a través del Kraant.

—Creo que ya no es necesario que los este viendo, ¿o necesitan mi ayuda para elegir el cereal? — dijo la hechicera carmesí.

—Estamos bien, nosotros te avisaremos cuando necesitemos volver — contestó Peter.

—Recuerden: vayan a un lugar solitario para abrir el portal y no llamar la atención.

La flama se apagó y cortó la comunicación. Peter y Leon habían ido a por comida y suministros en la tierra, pues ellos son humanos y sufren de algo que se llama hambre. Por fortuna el Kraant abrió un portal muy cerca de un Pay&Save, el cual es un minisuper muy efectivo (efectivo para los críminales, pues son la franquicia con más robos registrados al año).

Mientras los chicos elegían su café favorito, algo de comida enlatada, cerveza, latas de infect-Soda y muchas frituras, pues no sabían cuanto tiempo más pasarían en ese Santuario raro.

—Escuché tu pelea con Ely anoche... intenso, Leon. — dijo Peter.

—¿En verdad? — recargó los brazos en el carrito del super.

—Sí, fue muy desagradable.

Leon prefirió no responder y seguir eligiendo comida, pero a los pocos segundos no pudo evitar hacer una pregunta:

—¿Crees que me odie por haberme ido? ¿Crees que hice mal?

Peter suspiró y se mojó los labios.

—Pues no es algo que pondría a dar brincos de alegría a alguien, pero por la vida que llevas...

—La vida que llevaba — corrigió Leon.

—En fin; tenías tus motivos, tenías que proteger a tu hijo. Creo que ella debería entender eso.

—¿Debería entender que soy un criminal, o que tenía que proteger a mi hijo?

Peter se encogió de hombros.

—Ahí está el problema.

Leon se llevó las manos a la cara y las restregó lentamente por toda su reseca dermis.

—Oye, tranquilo — le puso la mano sobre el hombro —. No es fácil enamorarse de una hechicera, y a pesar de quien eres, sé que eres buena persona. Todo estará bien.

El más viejo esbozó una ligera sonrisa de alivió y asintió con la cabeza.

—Gracías, hermano — chocaron los puños simultáneamente.

—Siento como si estuviese apoyando a mi papá con un tema de divorcio— rió.

—Basta con los chistes sobre mi edad.

El chico rio silenciosamente y negó con la cabeza y, a su vez, abría las puertas de los refrigeradores en pasillo de los lácteos. Estuvo a punto de tomar un litro de leche, pero frenó su mano para pedir la opinión de Leon.

—Oye, ¿Leche entera o deslactosada? 

—¿Por qué lo preguntas?

—Ya sabes... un día eres joven, y al otro eres intolerante a la lactosa.

La Profecía de ARKADIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora