En algún lugar del universo...
—¿Dónde estamos? — preguntó Elena.
—Bienvenida a Arkadia
Como si se tratase de un videojuego; una especie de agujero que emergió de las llamas del caldero Kraant y pintó una hermosa ciudad poco a poco, de tal amnera que aquel Santuario aburrido, se convirtió en un lugar completamente distinto... Era como viajar a través del tiempo. Elena estaba boquiabierta. Ya se había acostumbrado a convivir con la magia, pero nunca antes había visto algo más raro que ella misma.
—Es hermoso... — susurró, con los ojos cristalizados.
La belleza del lugar era casi inexplicable, incluso haciendo uso de los más complejos recursos litearios. Se trataba de una ciudad, antigua, pero a la vez más avanzada que cualquier otra en la historia de la humanidad. Las palabras no son suficientes para entender lo que ella tenía frente a sus ojos: Había gigantescos edificios, brillantes y relucientes, lucían de diseños geométricos tan tecnológicos e imposibles para la arquitectura humana.
Las calles estaban tan limpias que daría lastima caminar sobre ellas hasta descalzo. Los peatones, que eran simples seres humanos, tenían ropajes "sencillos", pero todos portaban la misma bata color caqui. Algunos transportaban, en carretas flotantes, montones de ese material con el que construían casi todo.
—Sí. Era hermosa... hasta el día de la gran catástrofe — dijo Scarlett, sonriendo de nostalgia.
—¿Gran catástrofe? Un momento, espera. — se llevó las manos a la cabeza y se tomó un par de segundos para inhalar —. ¿Qué es Arkadia? ¿Quiénes... qué somos nosotras?
—Tú eres una creación a nuestra imagen y semejanza. Un ser humano. Yo, por otro lado, soy una hechicera mística, de la raza Zeer, y protectora del Fénix.
La mandíbula de Elena no hizo más que ir en declive de una manera graciosa, pues no entendió nada.
—¿Podrías ir más despacio? — se rascó la nuca y encorvó la espalda.
Scarlett se tomó unos segundos para pensar, y entonces habló:
—Hace mucho tiempo, los continentes eran uno solo...
—¿"Pangea"? — interrumpió Elena.
Scarlett ignoró la pregunta y prosiguió.
—La tierra albergaba a una civilización mucho más avanzada que los humanos. De ahí provengo, los "Zeer". En esa época; la tierra gozaba de grandes cantidades de un cristal al que llamamos "Orakno". Un mineral, que poseía grandes atributos de durabilidad y extrema belleza. Con él construimos, sobre la tierra, nuestra gran ciudad... "Arkadia".
Elena miraba boquiabierta la narración de la hechicera carmesí, a la par que admiraba la inconmensurable ciudad frente a sus ojos. No había manera de poner en duda las palabras de aquella hechicera.
—Los Zeer fuimos creados por una existencia suprema: Los Ancestrales. Así que Levantamos miles de yacimientos y templos para honrarlos. Algunos de estas edificaciónes aún están sobre la Tierra. Como las pirámides de Egipto y la esfinge.
Un frente helado recorrió la espina dorsal de Elena, ya que se puso a recordar el día en que obtuvo sus poderes dentro del yacimiento de la esfinge. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que ese tal Bird era uno de la antigua civilización. Elena prefirió reservarse ese detalle.
—¿Ancestrales? — preguntó Elena.
—Lo siento, creo que no estoy llevando un orden — se aclaró la garganta —. Los Ancestrales nos guiaron, a los Zeer, en la construcción y población de este planeta. Y, posteriormente, y a manera de agradecimiento, creamos un templo para cada ancestral, pues ellos eran seres metafísicos, es decir, no poseían una forma física como tal: ni brazos, ni piernas. Eran motas de luz, muy brillantes como mil soles, que vagaban por pangea.
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La Profecía de ARKADIA
Ciencia FicciónElena Glitter, historiadora de 25 años, residente de Silicon Valley, descubrirá que la historia de la humanidad no ocurrió como profesan los libros. Ella, junto a su hermanastra, se embarcarán en una épica odisea por descubrir los secretos de una a...