Tiempo después de haber dejado el bar, Leon le pidió a Peter que lo siguiera a un refugio a las afueras de Silicon Valley, el cual estaba más cerca a San Francisco en realidad. La dinámica se repitió: cada quien en su respectivo vehículo, pero esta vez era Peter quien seguía a Leon. También le pidió que mantuvieran una distancia considerable. Durante el viaje, un golpe de melancolía abofeteó la mente de Peter... tal vez porque tenía años que no le hablaba de su pasado a nadie, combinado con la repentina desaparición de la mujer que más le importa, su lado carismático y humorístico se estaba apagando.
Por otro lado, Leon "gozaba" de gesticular una intensa angustia. Ni siquiera su descuidada barba lo podía ocultar. Sin importar el el lugar en el que pasó el ultimo año, parece que había hecho mella en su mente. Probablemente ya no era el mismo.
Ya pasaba de la 1:00am, por lo que había un trafico considerablemente inferior, y las hermosas luces de la ciudad decoraban el paisaje. Pero poco duró el deleite visual, pues Leon cada vez se alejaba más de la ciudad para acercarse a una zona un tanto "boscosa".
Mientras tanto, en el Santuario Kraant...
Ya había pasado casi un día entero desde la última vez que San Francisco vio en acción a Mystik, pero Elena no parecía muy interesada en regresar a la ciudad, pues quería acompañar a su hermanastra durante su proceso de recuperación.
EL aspecto de Hope no había cambiado. Seguía igual. Eso no era de mucha ayuda para Elena, quien yacía sentada en el rincón del ala médica del santuario. Jugaba con una mota de luz purpura, pasándola entre sus dedos como si fuese una moneda.
—¡Scarlett! — exclamó, taciturna.
En cuestión de segundos, las puertas se abrieron para darle entrada a Scarlett, quien había vuelto a sus hábitos de monje.
—¿Qué necesitas? — preguntó, sonriente.
Elena tardó un par de segundos en responder, pues parece que le costó formular su siguiente pregunta:
—¿Dónde estamos? Es decir, ¿En qué parte del mundo?
La hechicera carmesí soltó una bocanada de aire y entrecerró los ojos.
—En el espacio. Entre la Luna y la Tierra — espetó.
Elena abrió los ojos como platos, ya que, no esperaba tal respuesta.
—Gracias, ya me ubiqué — contestó sarcásticamente.
Sacarlett soltó una corta carcajada y echó otro monologo:
—Los Ancestrales crearon este enorme santuario para nosotros, los hechiceros. Es como nuestro hogar. Desde aquí podíamos comer, dormir, jugar, pensar... aprender. También vigilar — hablaba con mayor detenimiento conforme miraba alrededor del santuario —. El caldero Kraant, su flama eterna, era la que nos avisaba cuando Arkadia estaba en peligro y nos mostraba la amenaza. Por otro lado, nos mostraba cuando un hechicero estaba en apuros... así encontramos a Hope y así te encontré a ti... Así fue como vi morir al resto.
Entonces a Elena se le pasó por la mente aquella persona que le otorgó sus poderes - o al menos la que la llevó hasta ellos-: Bird
—¿Con eso puedes localizar a otros hechiceros? — preguntó y se puso de pie.
—Sí, en efecto. Pero ya somos las últimas tres — frunció el entrecejo.
—¿Cómo lo haces? — insistió, ignorando por completo el comentario de Scarlett.
La chica de rojo arrugó las cejas, desconcertada, pero respondió:
—Solo tienes que decir el nombre del hechicero frente al fuego, y te mostrará su ubicación en tiempo real.
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La Profecía de ARKADIA
Science FictionElena Glitter, historiadora de 25 años, residente de Silicon Valley, descubrirá que la historia de la humanidad no ocurrió como profesan los libros. Ella, junto a su hermanastra, se embarcarán en una épica odisea por descubrir los secretos de una a...