Entrada del Gran Templo Ancestral, Monte Everest
Fuertes ventiscas de aire helado y profundos murmullos del viento golpeaban las mejillas de Aaren, quien caminaba tan campante en su veraniego atuendo sin siquiera templar o expresar corporalmente la más mínima señal de frío alguno -Aunque esa palabra se queda corta-. Los copos de nieve ni siquiera teñían su rostro, su piel se mantenía en perfecto estado y su temperatura corporal era la idónea.
Cuando la distancia permitió que la densa neblina revelara aquella gran entrada al templo Ancestral, Aaren se detuvo unos segundos para admirarla y dibujar una sonrisa de oreja a oreja en su rostro.
—La profecía de Arkadia... El final de la línea.
Reanudo su caminata hasta la gran puerta hecha de Orakno hacía donde yacía aquel relieve para colocar el Ankh.
—"Cuando la ciudad eterna caiga. Ella resurgirá". Yo resurgí.
Aaren transformó su vestimenta en la armadura de Zentella, posteriormente, se dispuso a colocar el Ankh y cumplir con la profecía: Aquella reliquia encajó perfectamente en los relieves, y fue en ese momento cuando una luz dorada salió despedida del ojo del Aknh, la puerta se iluminó en el mismo tono y la zona se vio abismada en un ligero terremoto que hizo retroceder unos cuantos pasos a Zentella. Mientras eso sucedía, la enorme puerta se levantó lentamente, dando paso, después de milenios, a la entrada al gran templo.
Cuando la compuerta se abrió en su totalidad, la bruja tenía los ojos abiertos como platos y la euforia corría por sus verdosas venas. Caminó lentamente, con cuidado y con mucho respeto, ya que estaba ingresando al interior del Everest. En cuanto cruzó la puerta, esta procedió a cerrarse de nuevo como si tuviese algún tipo de mecanismo automático. El templo estaba hecho de, en su mayoría, construcciones y formas geométricas a base de aquel mineral mítico y, frente a Zentella, había unas escaleras de proporciones bíblicas que bajan a una zona todavía más profunda del monte. Eran tan grandes, que no podía apreciarse el final desde arriba. Zentella bajó tranquilamente escalón por escalón mientras admiraba el lugar: la considerable luz que había era gracias a las inscripciones y simbologia de la raza Zeer que decoraba el techo, así como algunos pilares y edificaciones del templo. Brillaban en un tono azul celeste aún más hermoso que las luces de neón. El lugar estaba tan "vacío" y solitario, que podía escucharse el profundo eco del golpeteo del tacón de las grebas de Zentella contra cada escalón. Tan silencioso que podías escuchar tu propia sangre galopando por tus venas...
—Es bellisímo — susurró.
Ocho minutos de escalones después -Buen ejercicio cardiovascular-, Zentella pudo divisar el corazón del templo Ancestral: una enorme explanada periférica, rodeada de un anillo con agua, el cual se mantenía lleno gracias a algunas estructuras que desprendían el liquido, como una fuente, de una manera tan mágica y maravillosa que, combinado con las luces azules, hacían que el agua de viese brillante y el lugar luciese como sacado de los sueños de un dios... Un verdadero deleite visual y presencial.
Zentella comenzó a pintar aquellos recuerdos en su memoria: el día que provocó la erradicación de los ancestrales, la llamada "Gran Catastrofe" y el surgimiento de la humanidad. Fue en ese lugar donde acabó todo para Arkadia, y donde comenzó todo para la humanidad.
Avanzó hasta el centro del lugar en donde yacía el pedestal, o mejor dicho, El Ojo de Arkadia. Se trata del artilugio que ella, mezclado con el poder el Ankh, utilizó para empezar la Gran Catástrofe. Facilmente Zentella, si quisiese, podría colocar el Ankh encima del Ojo y recrear una segunda Gran Catastrofe en la Tierra, eliminar a toda la humanidad, seres vivos y plantas en menos de un par de segundos, pero ese no era su plan. Zentella no es esa clase de villana loca que solo desea la destrucción sin precedentes -o eso parece-, pues sus verdaderos planes incluyen a la Tierra así como esta, es decir, con personas y animalitos en ella.
ESTÁS LEYENDO
La Profecía de ARKADIA
Science FictionElena Glitter, historiadora de 25 años, residente de Silicon Valley, descubrirá que la historia de la humanidad no ocurrió como profesan los libros. Ella, junto a su hermanastra, se embarcarán en una épica odisea por descubrir los secretos de una a...