TERCERA PARTE: PROYECTO ZENTELLA

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Astillero BlackEagle

 Los Angeles, California

1 año después...

Era la una de la mañana, aproximadamente, el lugar estaba en silencio, acompañado por una fresca ventisca y el espetar de la espuma de mar. EL lugar perfecto para reuniones ílictas y otros actos delictivos.

—...bien, ahora déjame ver la mercancía — pidió el mercenario, mientras ponía un maletín forrado de billetes sobre el suelo.

—Negocios son negocios — contestó el vendedor.

Retrocedió un par de metros para abrir las puertas de su camioneta negra, donde se supone deberían estar las armas que el mercenario ordenó, pero en el momento más oportuno, la radio del comprador interrumpió el silencio incomodo de forma abrupta y alarmante.

—¡Es una trampa! ¡Mendez ha caído! ¡Tienes que... — * chsssttttt * se cortó la comunicación.

—¿Qué mierda está pasando? Pon las manos donde pueda verlas — apuntó su subfusil hacía el pecho del vendedor, quien ni si quiera espabiló, sólo levantó las manos y bajó la mirada.

—Que empiece la fiesta — susurró.

Digno de una película de 007, el "vendedor" disparó de entre sus muñecas una especie de rayo láser azul que atravesó limpiamente la frente del comprador fulminándolo en menos de un segundo. Caminó hasta el cadáver, recogió el maletín y sacó su celular para hacer una llamada rápida:

*bip... bip... bip*

—Escucha, nos detectaron. ¿Te encargaste del sumergible? — dijo al teléfono.

—Estoy a punto de meterme en esa cosa. Mierda, odio el agua.

—Imagina lo que el Dr. Spectre nos va a pagar por esto... ¡Imaginalo! — bramó como niño emocionado en Navidad.

Sin embargo, el astillero se puso en alerta, pues docenas de soldados de mercenarios de la misma facción que quería comprar las armas, salieron en busca de los traidores. No pasaron ni diez segundos, para que todos los mercenarios se postraran frente al asesino y lo bañaran en plomo como si fuese una planta en primavera... pero en lugar de caer fulminado, se quedó de pie. Las balas ni si quiera le habían impactado, de alguna manera.

—¡Psst! — susurraron a las espaldas de los soldados —. Se llama "holograma"

El astuto esbirro del Dr. Spectre acabó con todos los soldados simultáneamente, utilizando la misma arma que uso con el primero, pero esta vez el rayo se bifurcó para acertar a todos los blancos sin apuntarle a ninguno en especifico.

—Amo estos brazales.

Del otro lado del astillero, bajo el agua, el segundo cómplice yacía en el sumergible conduciéndolo tranquilamente hasta una ubicación desconocida. Había una tranquilidad tétrica ahí abajo: solo podía escucharse el sonido del motor y los silbidos del tipo para matar su aburrimiento.

La paz no duraría mucho más, pues notó un resplandor morado en la superficie que duró pocos segundos, y después todo volvió a ponerse oscuro. Decidió pasarlo por alto y continuar con su ambigua ruta.

—Oh, disculpe, ¿Este no es el ferry a Oakland? — dijo una voz femenina a sus espaldas.

El tipo se puso helado.

—¡Vete a la mierda! — gritó, desenfundó su arma y disparó sin pensar, y sin mirar. Nunca se le ocurrió que, aunque no acertara con su blanco, podría provocar un daño estructural al sumergible y comprometer su misión. De cualquier modo, la chica bloqueo el impacto con un pequeño escudo purpura. La bala cayó, fría, sobre sus pies.

La Profecía de ARKADIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora