Capítulo VI

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Al día siguiente, Ulises recibió una llamada a las 7:30 a.m. cuando iba en dirección a su trabajo. Sabía que era Ramsés, así que no dudó en sacar su dispositivo para responder aquella llamada que había esperado desde muy temprano por la mañana.

—¿Aló? 

—Hola, Uli. 

—¿Qué más, Ram? ¿Todo bien? 

—Sí, sí. Todo bien. Te llamo para preguntarte si tienes algo que hacer el sábado por la noche.

—Hmmm... no, no tengo nada planeado para ese día. 

—¿Entonces podemos vernos a las 8:00 p.m.? 

—¿No crees que es un poco tarde? 

—Tienes razón, hablaremos sobre muchas cosas así que será mejor vernos como a las 4:00 p.m. ¿te parece bien? 

—¡Perfecto! —exclamó el paquidermo.

—Jaja. Entonces está bien, nos veremos a las 4:00 p.m. en el Restaurante Lima.

—¡Me encanta ese lugar! 

—A mí también. Tienen una gastronomía variada y muy deliciosa.

—Es uno de mis restaurantes favoritos. La sazón que le ponen a las comidas allí es único y exquisito.

—Sí, tienes mucha razón. ¿Desde cuando conoces ese lugar? 

—Desde hace unos dos meses cuando unos amigos me invitaron a comer allí arroz con camarones y a probar algunos postres de esta cultura como las cocadas y los enyucados. Nunca imaginé probar algo así de delicioso.

—Ya probarás otro tipo de cosas deliciosas cuando lleguemos allá el sábado, jaja. Por ahora, te dejo querido amigo. Más tarde te vuelvo a llamar.

—Estaré al tanto.

Al igual que Ulises, Ramsés se sentía feliz al haber encontrado a su amigo de antaño nuevamente y en la misma ciudad donde vivía. El tigre luego de mucho tiempo se había convertido en uno de los impulsadores más importantes de Sunshine gracias a la manera como transformó la ciudad desde el cargo que desempeñaba y de cómo era un orgullo para su región. Pronto, ambos acudieron al lugar donde se dieron cita y se sorprendieron al verse mutuamente.

—Hola, Ulises —dijo el felino en un ameno y cordial apretón de manos al paquidermo.

—Hola, Ramsés —dijo el paquidermo correspondiendo al saludo del contrario para luego tomar asiento en la mesa cercana donde estaba ubicado.

—Te ves muy bien, amigo —dijo el tigre notando lo formal que el rinoceronte se había puesto con un traje gris, sombrero y corbata roja de listas blancas que hacían juego con el resto de su conjunto— Los años no te han hecho mucho efecto, jaja.

—Al que no le han hecho efecto el pasar de los años ha sido a ti —respondió el paquidermo al observar cómo el felino sólo portaba una camisa ajustada que resaltaba y apretaba sus bíceps, aparte de también vestir un short de color negro con zapatos deportivos rojos— Te ves de menos edad y pensé que vendrías con una ropa un poco más formal.

—Eso lo dejo para las reuniones en mi trabajo, son más formales. En una ciudad como esta, vestir así es lo mejor —dijo sonriente y colocando sus brazos sobre la mesa, apoyando su cabeza en ellos— Cuéntame qué ha sido de ti desde la última vez que estuvimos en el ejército.

—Está bien —dijo el rinoceronte para luego comenzar a hablar con la fluidez de sus ideas— Después de que salí del ejército, estudié en la Universidad Pedagógica de Moonwalks y me gradué como contador público. Después de eso, me casé y tuve dos maravillosos hijos hasta que por cosas del destino me separé de mi esposa.

Confesión [Furry Bara] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora